Orlando Areco, productor con más de 12 años de experiencia en el rubro, es uno de los referentes locales de esta actividad. En esta campaña, trasladó unas 70 cajas de uva hasta Asunción, equivalentes a aproximadamente 700 kilos, con acompañamiento de la Dirección de Atención Agraria (DEAg). “La producción varía mucho año a año. El 2024 fue menor, pero este año hubo más volumen”, explicó Areco en contacto con InfoNegocios, destacando la recuperación de la cosecha en esta zafra.
Areco trabaja actualmente con unas 4 hectáreas destinadas al cultivo de uvas. Si bien no se trata de una producción a gran escala, el volumen logrado le permite insertarse en ferias y puntos de venta directa, donde la uva paraguaya encuentra buena aceptación. Los precios, según detalla, oscilan entre G. 12.000 y G. 15.000 por kilo, dependiendo de la variedad y la calidad, valores que vuelven atractivo al rubro frente a otras alternativas agrícolas de ciclo corto.
Uno de los cambios más notorios en la zona es el destino final del producto. Colonia Independencia es conocida desde hace más de seis décadas como la “tierra del vino y el sol”, por la elaboración artesanal de vinos que marcó su identidad productiva. Sin embargo, ese perfil fue mutando. “Antes se hacía mucho vino; hoy eso se dejó bastante de lado. Ahora se consume más la uva como fruta fresca, porque resulta más rentable”, señaló el productor.
Actualmente, el mercado paraguayo es el principal destino de la producción local, especialmente entre noviembre, diciembre y enero, meses en los que la oferta nacional logra cubrir buena parte de la demanda. Para Areco, este período resulta clave para el negocio, ya que permite colocar la fruta sin necesidad de intermediarios y con mejores márgenes.
En cuanto a variedades, el productor trabaja principalmente con uva morada —de tonalidad lila— y uva blanca. Aunque visualmente distintas, asegura que el sabor es muy similar y que el manejo agronómico no presenta grandes diferencias. La poda se realiza entre mayo y junio, seguida del guiado de las plantas, el abonado y los cuidados necesarios hasta la llegada de la primavera, cuando la planta entra en su etapa de mayor desarrollo.
El principal desafío del cultivo de uvas sigue siendo el tiempo de espera hasta alcanzar una producción comercial. “Es un cultivo que empieza a dar frutos recién a los cuatro o cinco años. Hay que aguantar todo ese tiempo cuidando la planta, y eso a muchos productores los frena”, reconoce Areco. No se trata de limitaciones de suelo o clima, sino de un proceso que exige paciencia y planificación financiera.
Aun así, el interés por el rubro no desaparece. Según el productor, cada vez más familias de la zona se animan a tecnificar sus parcelas con apoyo técnico del Estado. Se estima que entre 60 y 80 productores están actualmente vinculados al cultivo de uvas en Colonia Independencia, lo que refleja un entramado productivo que, aunque todavía de escala moderada, muestra señales de consolidación.
La experiencia de Areco expone una tendencia clara: la uva paraguaya encuentra en el mercado local una oportunidad concreta de crecimiento, apalancada en la venta de fruta fresca, precios competitivos y una tradición productiva que se adapta a nuevas demandas. En un contexto donde la diversificación agrícola gana relevancia, la viticultura vuelve a posicionarse como una opción con potencial, especialmente para productores que apuestan a mediano y largo plazo.
Tu opinión enriquece este artículo: