Rafael Solís, productor a cargo de la siembra, describe con entusiasmo la experiencia: “Estamos en la segunda zafra. Esta vez plantamos antes de que llegue el invierno, y la producción pinta muy bien. Tenemos 6.000 plantas bajo media sombra, con riego por goteo, tecnología que asegura uniformidad y calidad en cada fruto”. La elección de la variedad no es casual; se trata de un pepinillo especial para conservas, cultivado con semillas traídas directamente desde Brasil por la empresa Altas Alimentos, el comprador exclusivo de la cosecha.
La primera zafra, sembrada un poco tarde, alcanzó una producción de 3.700 kilos, generando alrededor de G. 11 a 12 millones. Para esta segunda tanda, Solís espera resultados superiores, confiado en que la planificación y la experiencia acumulada garantizarán una cosecha más abundante. “Dentro de 15 días ya tendremos la primera recolección de esta segunda siembra”, comenta, destacando la rapidez con que se desarrollan los pepinillos bajo las condiciones actuales de cultivo.
El acuerdo con Altas Alimentos asegura la compra del 100% de la producción a un precio de G. 3.700 por kilogramo, lo que brinda previsibilidad económica a los productores. “Este pepinillo es lo que está resultando ahora, porque tiene mercado seguro. Se lo entregamos directamente a la fábrica”, explica Solís. Además, el sistema de producción intensiva, aunque demanda inversión en infraestructura, ofrece una rentabilidad cercana al 40%, incluso en esta etapa inicial.
El acompañamiento del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) ha sido clave para el éxito del proyecto. Técnicos de la Agencia Local de Asistencia Técnica (ALAT) Naranjal y del Centro de Desarrollo Agropecuario (CDA) Alto Paraná Sur, dependientes de la Dirección de Extensión Agraria (DEAg), supervisan cada etapa del cultivo. El Ing. Agr. Antonio Torrez Aguilar, responsable del seguimiento de campo, asegura que el objetivo es fortalecer la Agricultura Familiar, promoviendo diversificación productiva, acceso a mercados formales y generación de valor agregado.
Más allá de los pepinillos, la familia Solís también cultiva otras hortalizas como zanahorias, brócoli, coliflor y lechuga, aunque reconoce que el pepinillo es el producto que actualmente le brinda mayor seguridad comercial. La dinámica de trabajo familiar, organizada en turnos, permite que cada etapa del cultivo —desde la fertilización hasta la cosecha— se realice con eficiencia.
La experiencia de Naranjal refleja una tendencia creciente en Paraguay: pequeños productores que, con planificación y apoyo técnico, logran integrarse a cadenas de valor más amplias, exportar o proveer materia prima a industrias locales, y transformar la producción agrícola en una actividad rentable. Solís ya planea ampliar su terreno para cultivar más pepinillos, con la expectativa de consolidar un cultivo que ha demostrado ser viable, rentable y prometedor.
Con resultados concretos y un mercado seguro, el proyecto de los pepinillos de Naranjal se presenta como un ejemplo inspirador de cómo la Agricultura Familiar, apoyada por políticas públicas y alianzas privadas, puede generar desarrollo económico en las comunidades rurales, promoviendo a la vez innovación, diversificación productiva y sostenibilidad.