Hace un tiempo, una sommelier planteaba en sus redes que esta famosa frase, que escucho en todas mis catas, “el mejor vino es el que te gusta a vos”, resulta muy debatible y cuestionable. Al momento de ver su posteo, sus palabras resonaron mucho en mí. Pero antes de seguir, creo importante entender que, si bien algo puede medirse como “mejor” según diferentes criterios, en este caso, me apego al de la calidad.
Gusto versus calidad
Según la RAE, calidad es la propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor. Entonces, cuando juzgamos un vino como mejor que otro, pienso en su calidad: una suma de factores que lo hacen superior. Desde la materia prima y las técnicas de elaboración, hasta el equipo calificado que interviene en cada etapa. En el mundo del vino, también influyen la historia, la transmisión de saberes, y ese vínculo directo con la naturaleza, siempre incierta. Detrás de una botella hay decisiones técnicas, inversión en maquinaria, personal capacitado, crianza, logística, diseño, comercialización… y sí, incluso marketing, que lejos de ser un engaño, busca conectar con la gente. Todo eso no es fácil, ni barato.
Como comunicadora del vino, me encanta que la gente pueda acercarse a esta bebida desde un lugar de disfrute, sin sentirse juzgada por la mirada de un experto con paladar de oro y memoria de elefante. Sin embargo, es importante entender que el vino no es una bebida simple, imagínense los años de historia, las cortes, las monarquías, las guerras, las conquistas; imagínense la geografía, el clima, la ciencia, la investigación, los linajes familiares, y todo lo que ha atravesado hasta el día de hoy.
Por eso, si bien me resulta valioso que cada uno pueda disfrutar sin presiones, también creo que hay algo más para contar sobre lo que hace que un vino sea ‘mejor’, sin reduccionismos que pueden golpear el trabajo detrás.
Volviendo a la frase en cuestión, a veces tengo la sensación de que la misma es una coraza que repele posibles críticas ante las elecciones personales de etiquetas, como si un vino accesible pudiera equipararse, en calidad, a un Grand Cru de Borgoña. Y si bien el gusto personal es soberano, eso no se discute, la calidad responde a otros criterios.
Por eso, ante esta provocativa afirmación, siempre respondo lo siguiente: el gusto personal no se discute, pero la calidad no es una cuestión de gustos.
Tal vez disfrutes más de un vino simple o más económico que de uno que “cuesta” más producir, y eso está perfecto. Pero son cosas distintas.
Así que me gustaría cerrar esta columna reformulando la frase: “El vino que te gusta a vos, es tu mejor vino.” Y así, brindamos todos, sin limitar el camino al descubrimiento y al disfrute más pleno de esta fantástica bebida.