Una nueva generación de inversores desarrolla esta gran apuesta, que contempla materiales de primera calidad, sin apología al lujo ni espacios que sobren, sino ergonómicos y reducidos, según Guillermo Weiler, principal inversor del edificio Karajá, donde se encuentran el confort y la buena energía.
Estos son dos factores diferenciadores de la edificación, según relata el referente al enfatizar que la austeridad se traduce en el ahorro en cuanto a los materiales y en la búsqueda de una ciudad más ecológica en la optimización de los recursos. “El paradigma nos obliga a ser conscientes de las limitaciones del planeta”, afirmó Weiler.
Además, al estar ubicado cerca del Jardín Botánico, más la incorporación de la Costanera II en la zona y la conexión con la avenida Artigas, la ruta Transchaco y la calle Primer Presidente, hacen que el lugar de acceso permita el traslado hacia el centro asunceno en tan solo 15 minutos, ya que también las calles alternas fueron asfaltadas hace seis meses.
Rompiendo esquemas
El edificio está conformado por cuatro departamentos modelo, que rompen con las formas clásicas de habitación, y revisten consideraciones espaciales que siguen un estilo de vida moderno.
Esto está englobado al momento de destacar los enormes balcones; mientras que los pasillos para accesos a los departamentos son con luz natural. Según explicó Weiler, todo el parking está con verde, si bien techado, permite la entrada de luz por un jardín de suelo absorbente, no de hormigón.
Cuatro parrilleros y áreas comunes para ser utilizadas de noche que se agregan a los balcones y zonas comunes, hacen de esta alternativa un sitio placentero para habitar.
Alrededor de US$ 2 millones fueron invertidos para concretar Karajá, la nueva opción que ofrece departamentos para la clase media. La edificación sigue una tipología muy distinta a lo visto hasta ahora, ya que las unidades habitacionales miran al lindero, tienen balcones amplios, pasillos iluminados y ventilados de forma natural: de día no hay necesidad de encender ninguna luz.
Amplios espacios
Al revisar los espacios, se puede evidenciar que los departamentos tienen 60 m2 de área propia, con balcón variable, pero siempre de 3 metros de ancho y que pueden llegar hasta un largo de 8 metros. La terraza constituye el 100% de la sombra del edificio y el parrillero abarca 1.200 m2. El área de tendido de ropas y lavandería está adecuada con un sistema de monedas para lavar con equipos industriales.
La amplitud de cada departamento brinda la tipología de un loft, con cocinas integradas al estar y al comedor. Hay espacio de 9,5 metros para cada cochera, con una calle para acceso de vehículos de casi 8 metros.
Weiler destacó la distribución de espacios y cocheras; como también el concepto de estructura vista, ya que solo se cerraron espacios entre pilares y vigas.
Sin maquillaje
“Las vigas y lozas están definidas como elementos de cerramiento definitivo, no como algo que volverá a ser tapado. Esto es coherente con nuestra forma de pensar, no tan amantes de los revestimientos ni maquillajes, sino contemplando las terminaciones como resultado de lo que puede verse adentro, con un pensamiento más anatómico y funciones que determinan la belleza o estética final del elemento. Todo lo que está hecho cumple una función”, aclaró.