Así, sin pretensiones, con alma de barrio y sabor a brasas, nació El Encuentro, un bar-restaurante que combina la calidez de una casona antigua con cocina sabrosa y tragos creativos, en un ambiente en el que dan ganas de quedarse.
“Esto nació como una idea de hacer algo diferente en el centro. Nosotros, los socios del bar, somos todos de la zona, de esa colonia entre Francia y Barbero. Veíamos que cada vez venía menos gente al centro. Salvo lo que pasa sobre Palma, no había nada que te llame la atención como para decir: ‘Me voy a comer algo ahí’, algo distinto, que no sea siempre el mismo bar con el mismo lío”, contó César Acuña, encargado de marketing.
La idea inicial era montar una hamburguesería. “Inclusive fue muy simpático, porque mi hermana alquiló un localcito para eso. Pero el dueño, de repente, nos dijo que ya no quería alquilar para gastronomía y nos devolvió la seña. Así que quedamos en el aire. Queríamos algo chico, crecer con el tiempo, y apareció esta casona. Cuando la vimos, dijimos: ‘Bueno, acá es’”, recordó.
Ubicado sobre Colón casi Haedo, el local mantiene su estructura original: techos altos, puertas enormes, pisos antiguos. “Tiene dos ambientes muy amplios. Entrás y hay una escalera que te recibe con una puerta gigante; después tenés un salón grande, al lado otro más chico, y el patio, que es lo que más nos caracteriza: amplio, con mural, algo de verde, muy agradable”, agregó.
La ambientación fue pensada para acompañar la arquitectura. “Este año hicimos una inversión más fuerte. Decoramos más, compramos muebles. Queríamos darle más comodidad a la gente, y lo logramos”.
Su foco es la carne a la parrilla y, con la ayuda de su chef, ampliaron el menú y comenzaron a ofrecer opciones más gourmet. Ahora no solo tienen empanadas y hamburguesas, sino también cortes como ojo de bife, sándwiches desmechados y milanesas grandes y crocantes.
Entre las estrellas del menú están las hamburguesas, las más pedidas por el público, y platos como los asaditos gourmet: dos brochetas jugosas que “se vendieron como agua”. También destaca la parrillita para dos o cuatro personas, que tiene gran demanda. “Tratamos de que todo tenga calidad, que la carne sea buena, que la cocción esté justa, que sea una experiencia”, aseguró Acuña.
El Encuentro también se distingue por su carta de tragos de autor. “Tenemos dos que son los favoritos: El Jaguarete, con Jägermeister, y El Encuentro, que es una mezcla fresca de frutos rojos, muy pedida para brindar entre amigos”, explicó.
Lo que diferencia a El Encuentro no es solo su comida o su ubicación, sino su concepto de experiencia. “Queremos que la gente se quede, que esté cómoda. No buscamos abarrotar el lugar. De hecho, limitamos la cantidad de personas sentadas. No queremos que estén encimadas ni que sea un sitio donde no se pueda charlar. Queremos que las personas puedan conversar, disfrutar, compartir entre ellas”, mencionó.
Además de las mesas en los salones y en el patio, el bar cuenta con una mesa de pool, barra de tragos, música en volumen justo y una atmósfera amigable. “Mucha gente no sabe que existimos, pero cuando entran, se sorprenden. Nos gusta que sea así, casi un secreto que se pasa de boca en boca”.
Para 2026, el equipo planea seguir creciendo con los pies en la tierra. “El año pasado fue duro, no estábamos preparados para todo lo que implicaba el local. Este año ya invertimos en mejorar el mobiliario y la ambientación, y para el año que viene queremos reestructurar un poco la cocina, sumar más personal y, sobre todo, mejorar aún más la calidad y la rapidez del servicio”, concluyó.
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