Vie 03/06/2016
Sensores, giroscopios, pantallas de altísima definición… la deriva hacia la que nos está llevando el mercado de la telefonía móvil es evidente: cuanto más sofisticado y avanzado sea el smartphone, mejor. A medida que avanza la tecnología, ese dispositivo que se lleva en el bolsillo se va convirtiendo en un pequeño monstruo que devora nuestro tiempo y por extensión, nuestra vida social. Parece que este proceso involutivo no conoce fin, y no es de extrañar que esté surgiendo un movimiento de regreso hacia móviles tontos que seducen a usuarios que solo quieren el móvil para hablar y estar localizables. Así las cosas, Motorola tiene al mercado pendiente desde que se ha empezado a correr el rumor de que en unas pocas semanas planea revivir un mito: el RAZR.
Nokia no quiere ser el blanco preferido de las escuelas de negocios al hablar de fracaso. Tampoco quiere ser un sinónimo de nostalgia. Tras vender su división de móviles inteligentes a Microsoft y deshacerse también de los de gama más baja, se reinventa con una nueva cara y productos basados en la tecnología pero con una finalidad muy distinta.