Carlos Insfrán: “Como ciudadanos tenemos que ver qué más podemos dar antes de qué podemos obtener”

Inmerso en el mundo de la industria de alimentos desde temprana edad, Carlos Insfrán, presidente de Copalsa, adoptó como filosofía principal la satisfacción del cliente, aprendida tras su paso por Japón. También pone énfasis en la capacitación permanente de sus colaboradores. Es titular de la Cámara de Empresas Paraguayas de Alimentación (Cepali).

¿Cómo empezó su carrera empresarial?

Mis padres tenían un comercio en el centro de Asunción y desde muy chico hacía paquetes de productos para los clientes. Tenía 9 o 10 años. Iba a trabajar los fines de semana. Más adelante acompañaba a mi padre en sus camiones que viajaban al interior. Después de terminar el colegio ingresé a la UNA y simultáneamente trabajé en una financiera y luego en un banco donde aprendí muchísimo sobre la actividad financiera y las inversiones.

Hacia 1987 la situación política era muy inestable en Paraguay y decidí dejar el confort de mi país y viajar a EE.UU. a estudiar. Hice mi maestría con mucho sacrificio, estudiando y trabajando, porque casi no tuve apoyo de mis padres pues no estaban de acuerdo con mi viaje.

Mi director de maestría fue un japonés, a quien le mencionaba constantemente que me gustaría conocer Japón. Luego me invitaron y fui allá en 1990. Estudiar en Japón me cambió. Vi mucha excelencia, educación, disciplina y el respeto por las tradiciones, y cómo la combinaban con las nuevas tecnologías. Pero lo que caló hondo en mí fue la atención que daban los servicios. En los restaurantes te atendían de maravillas, algo que no vi en EE.UU. ni en Europa.

Tras completar mi segunda maestría, no quería volver a Paraguay, pero lo hice porque estaba el proyecto del Mercosur, que me parecía interesante. Volví para volcar mi conocimiento y hacer de este un país mejor. Compré parte del paquete accionario de Copalsa y pude hacerme cargo de la dirección.

¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?

Cuatro meses después de volver a Paraguay tuve ganas de regresar a Japón. Ahí había abrazado la cultura, la filosofía de la mejora continua, de que el rey es el cliente y no el presidente de la empresa, que tiene derecho a recibir el kilaje por el que pagó. Acá un kilo tiene 950 g, medio kilo tiene 460 g.

Cuando asumí el control de la empresa, con la dirección ejecutiva, empecé a hacer cambios; de tecnología, de marketing, mejor presencia, packaging. Teníamos sólo la sucursal de Ciudad del Este, puse una en Foz de Iguazú. En Copalsa tenemos el honor de decir que fuimos la primera empresa de alimentos del Mercosur que puso una sucursal en el exterior.

La idea era tener buena venta y poner una fábrica en Brasil. Teníamos una camioneta que iba hasta Capiatá a traer levadura, primero un mes, después cada 15 días, luego cada semana. Nos expandimos a Curitiba y cuando entró en vigor el Mercosur, el 1 de enero de 1995, fue frustrante porque ya estábamos enviando dos o tres carretas de levadura, pero ya no nos aceptaban las documentaciones. Quedamos varados y perdimos los clientes de Curitiba y Florianópolis. El Mercosur fue mi gran frustración.

¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?                       

Cuando pasó lo del Mercosur nos replegamos y empezamos a exportar a Uruguay, durante 10 años. De esa frustración salió algo positivo. Abrimos sucursales en Coronel Oviedo, Pedro Juan Caballero, Encarnación. Teníamos distribuidores pero no hacían lo que les pedíamos. Empecé a hacer asistencia técnica para distribuidores y hoy tenemos la aceptación de nuestros clientes, nuestras propias sucursales. Nos fuimos diversificando en varios productos. El Mercosur no nos ayudó pero nos sirvió para convertirnos en una empresa que abarca todo el país, con nuestros camiones y nuestra distribución.

¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?

Hay que pisar tierra, pero soñar grande, que tengan resiliencia, porque enfrentamos muchas imprevisibilidades: el gobierno de turno, las políticas de los países vecinos, la tasa cambiaria, la tasa de interés que pone EE.UU. que cambia las reglas de juego para las inversiones, para las compras internacionales. Como país mediterráneo no tenemos control sobre muchas cosas.

Y tengo que agradecer a mis queridos maestros: mis padres, mis profesores, mis amigos, mi esposa e hijos, y obviamente a mis colaboradores, compañeros de la lucha empresarial e industrial.

¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?

No puede existir un país sin Estado, pero como todo tiene aspectos positivos y negativos. Como ciudadanos tenemos que ver qué más podemos dar antes de qué podemos obtener. Mi filosofía es generar fuentes de trabajo, utilizar la materia prima paraguaya.

¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?

El empresario paraguayo es un mago, tiene que enfrentar la imprevisibilidad, el contrabando; lanzás un producto y no podés competir con los de los países vecinos, no en calidad, sino porque hubo una variación en la política monetaria de ese país.

El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?

Es una combinación de varios factores. El empresario es una persona que asume riesgos. Hay que leer mucho e investigar. Para mí la capacitación es la clave del progreso y el desarrollo. Sin mis capacitaciones hasta los 33 años nunca hubiese podido encarar mi futuro como lo he encarado y sigo encarando.

Y para aportar un grano de arena a la capacidad prolija, seria y profesional, fundé en el 2000 el Instituto de Capacitación y Formación Profesional (Inforcap). Otorgamos títulos profesionales reconocidos por el MEC.

Y desde hace más de 30 años estoy con la política de capacitar en todos los rincones del país. Copalsa da asistencia técnica para el desarrollo de sus clientes y clientes potenciales en todo el territorio y así apoyar el desarrollo de nuestro querido y maravilloso Paraguay y su maravillosa gente.

¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?

Leo muchos libros, pero dos de los que considero que me dejaron enseñanzas son Meditaciones, de Marco Aurelio, y Libertad para elegir, de Milton Friedman.

¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?

Primero yo tengo que estar motivado. Mi automotivación tiene que ser muy fuerte porque las cosas no siempre salen bien. Y para los demás uno de los mayores motivadores es el reconocimiento honesto. Cuando no hay un liderazgo honesto, no se puede generar un equipo. Por eso trato de estar rodeado de líderes honestos, comprometidos. Y una cosa muy importante, transversal en la empresa es el respeto.

¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?

En general la actividad empresarial no me produce estrés. Tal vez lo que me estrese es que la gente no cumpla su horario. Tengo una linda casa, con un lindo patio, con un jardín japonés, y cuando llego a casa a la noche, nervioso por una situación que no puedo o no quiero controlar, escucho a Elton John y Dua Lipa y me tomo un whisky.

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