Paraguay no cuenta con datos estadísticos al respecto, en cantidad y en calidad, pero los especialistas coinciden en que el nivel de educación financiera sigue siendo bajo en el país, lo que repercute de manera negativa en diversos aspectos de la vida profesional y familiar.
“Hay una coincidencia en la opinión de que Paraguay tiene una baja educación financiera. Por eso la Ley de Bancos exige que estos tengan un programa de educación financiera como una manera de promover y elevar en la población el mejor uso de los recursos financieros”, afirmó el economista Amilcar Ferreira.
Por su parte Gloria Ayala Person, economista con 14 años de experiencia en educación financiera, dijo que en Paraguay hay “grandes falencias” en información financiera y que aún los datos de la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) son poco confiables porque están basados en encuestas y no en números que se pueden extraer y cruzar entre entidades bancarias, cooperativas, financieras, casas de créditos, casas de remate.
Jorge Garicoche, también economista, señaló que sí hay indicadores de inclusión financiera, los que de alguna manera guardan relación con la educación financiera. Destacó que, según datos de Global Findex del Banco Mundial, en Paraguay hay un 30% de personas bancarizadas. Y si bien hubo un avance en este terreno, comparativamente aún estamos lejos de otros países de la región.
Gloria Ortega, directora del Banco Familiar, apuntó a su vez que hoy el concepto de educación financiera alude a “la capacidad de conseguir información, consejo y seguir mecanismos que permitan que las decisiones que tomo sean informadas, conscientes y basadas en mi voluntad; y hoy las tecnologías permiten esa educación”.
La experta añadió que en ese momento aparece la necesidad de la digitalización del comportamiento financiero para tener el recuerdo de las transacciones, clasificarlas, analizarlas y tomar decisiones.
Lo cierto es que la educación financiera influye directamente en la inclusión financiera, por lo que las baterías deberían apuntar en esa dirección, dicen los especialistas. Ferreira indicó que “sería muy bueno que ya en la primaria o secundaria haya un capítulo de educación financiera porque es algo que le va a ser muy útil en su vida adulta a las personas; es una materia de aplicación práctica y más tarde o más temprano afecta al individuo y a la economía”.
Ayala Person agregó que hablar de dinero es un tabú en Latinoamérica y en Paraguay, y que no es un tema que se trate en familia, o se converse en la pareja “quizás por la paz del hogar, pero eso termina perjudicando”. Resaltó que la educación financiera debería ser transversal en las materias a nivel escolar, “pero hoy ni siquiera se plantea formalmente dentro de una malla curricular a nivel secundario”.
Cómo perjudica
En opinión de la abogada tributaria Nora Ruoti, una educación financiera deficiente puede afectar a las personas de tal forma que no sepan utilizar las herramientas que el Estado otorga como fomento. “La gente no es consciente de que puede ser muy beneficioso tomar un crédito. Hay tasas bajas, pero por falta de educación e inclusión financiera no se cumplen los requisitos porque muchos quieren seguir trabajando en la informalidad e ilegalidad”, sostuvo.
Tener una población con baja educación financiera sí afecta negativamente en el ámbito de los negocios, concuerdan los entendidos. “Es un déficit porque lleva a las personas a mal utilizar el crédito y a caer en situaciones de alto endeudamiento, no ahorran y prosperan los usureros”, significó Ferreira.
Ayala Person resaltó que a bancos, financieras, farmacias, supermercados y otros les tendría que interesar la educación financiera, “pues si tu cliente quebró, lo perdiste, y a los rubros de la economía que crecen con una cartera saludable de clientes, les interesa tener colaboradores, proveedores que puedan ser sostenibles en el tiempo; y como sociedad, mejorar nuestra calidad de vida depende muchísimo de nuestras decisiones financieras”.
De acuerdo a la experta, la falta de salud financiera repercute en todas las áreas. “Cuando una persona cae en una lista de morosidad ya es tarde: te peleas con tu señora, con tu vecino, se deterioran la parte emocional, las relaciones humanas, los vínculos, golpea a tu productividad porque no pudiste dormir bien. Hay mucho estrés en esa etapa, y después eso se percibe a nivel económico y financiero. El deterioro por no tener educación financiera es una cuenta muy cara”, aseveró.