¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Con la idea de mi papá, don Nicolás, de hacer una empresa familiar. Yo en ese entonces trabajaba en el banco. Luego de eso, me aboqué al 100% a Tío Nico, y era más apoyo para mi papá, que hasta hoy vive en Fram. A medida que la empresa fue aumentando su movimiento, asumimos más responsabilidades junto con mi hermana Rosalía y mi hermano Carlos, y logramos consolidarnos en el mercado.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresaria?
Ja, un montón. Cuando empezamos la empresa, yo tenía 23 años y, siendo la hermana mayor, mi juventud fue uno de los primeros desafíos. Me había graduado en la carrera de Contabilidad, y junto con mi hermana nos encargábamos de la logística, manejo de colaboradores y ventas en Asunción. Mientras tanto, mi hermano Carlos era el apasionado por el campo y un gran apoyo para mi papá en ese rubro, hasta que, lamentablemente, falleció en 2011.
Desde entonces, quedamos mi hermana y yo junto a don Nicolás asumiendo más responsabilidades. Ya era difícil liderar en el ámbito comercial, logístico y de personas siendo mujer, pero luego nos vimos obligadas a meternos más en la parte del campo, y eso trajo nuevos desafíos. Con el tiempo, aprendimos a manejarnos también en esa área, y hoy todo marcha de la mejor manera. Aún hoy los obstáculos siguen apareciendo, pero la tercera generación ya nos está ayudando bastante. Sin duda, ese fue el mayor reto.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresaria?
Haber colaborado en posicionar una empresa desde cero y llevarla a un lugar de privilegio dentro del rubro es, sin duda, uno de los mayores logros. Lograr unir lo agrícola, lo industrial y lo comercial en un solo flujo de trabajo ha sido un gran desafío y esfuerzo para todos nosotros. Hoy nos sentimos muy cómodos manejando toda la cadena, lo que nos ha permitido crecer y consolidarnos en el mercado como una empresa familiar que cada vez se está profesionalizando más.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
Siempre recibí consejos de mi papá, y hasta hoy me sigue dando. Don Nicolás sigue siendo el presidente y la palabra mayor dentro de la empresa. Es una persona muy sabia que siempre nos guió y nos sigue guiando a mí, a mi hermana y ahora también a sus nietos. Su experiencia y visión han sido los cimientos para mantener el éxito de Tío Nico a lo largo de estos años.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
Un aliado. Dependemos de las leyes y regulaciones que establece el Estado, ya sea en temas de créditos, impuestos o normativas generales. Para nosotros, es fundamental trabajar mano a mano con el Gobierno para poder salir adelante y seguir creciendo como empresa.
El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
Sí, totalmente. Es algo que siempre, junto con mi hermana, les inculcamos a nuestros hijos desde que empezamos en esto. La formación es clave porque las condiciones del negocio cambian constantemente, y la empresa debe actualizarse y modernizarse. Es fundamental estar al día en tecnología y adaptarse a los nuevos tiempos para seguir creciendo.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
Tío Nico crece gracias a todos los que forman parte de la empresa, desde quienes trabajan en el campo, en la industria y en el área comercial. Siempre hemos tratado de que todos se sientan parte de una gran familia, porque creemos que cuando las personas se sienten valoradas y cuidadas, eso se refleja en su trabajo y en el crecimiento de la empresa.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
Uno aprende día a día a lidiar con los desafíos, que nunca se terminan. Pero es muy satisfactorio ver cómo avanzás después de todo el estrés. Mi manera de desconectarme es estar con la familia, porque al final, todo lo que hacemos es por eso, por estar tranquilos junto con la familia.