El actual Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi fue inaugurado el 20 de marzo de 1980, hace más de 40 años. En ese momento se mencionaba un flujo de 600.000 pasajeros por año. En el 2016 la terminal aérea se amplió para una capacidad de 800.000 pasajeros anuales, y en 2019, antes de la pandemia, cerró con 1.200.000 pasajeros que pasaron por ella. En el 2022, en pleno proceso de recuperación, la cantidad llegó a 867.000.
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El flujo de personas en viaje tiende a crecer, por lo que el Silvio Pettirossi ya no estaría en condiciones de responder a la demanda. Un informe técnico de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) del 2019 aconsejó la construcción urgente de una nueva terminal aérea para 2 millones de pasajeros anuales y, en una tercera fase, llegar a 3 millones en el 2030.
Para tener en cuenta: la importancia del transporte aéreo y su aumento constante quedan evidenciados en un informe de la ACI, que consigna que el total mundial de pasajeros superó los 6.600 millones en 2022, lo que representa un aumento del 43,8% con respecto a 2021 o una recuperación del 72,5 % frente al resultado previo a la pandemia.
“Pero la construcción de una nueva terminal aérea debe estar acompañada por una cooperación interinstitucional, especialmente con la Senatur, que tendría que armar un plan para el turismo receptivo y también para otras áreas. “El país debe volverse mucho más atractivo para empresarios e inversionistas”, señaló Félix Kanazawa, extitular de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac).
Gustavo Galeano, director del medio aeronauticapy.com, coincidió con esta afirmación y manifestó que sí es necesaria una nueva terminal porque la actual es muy pequeña, sobre todo en momentos de alto tráfico, y con una infraestructura desfasada.
“No obstante hay que entender que un aeropuerto flamante no garantiza mayor conectividad aérea, porque las aerolíneas operan donde hay rentabilidad, donde ven negocio, siempre que el aeropuerto ofrezca condiciones mínimas”, destacó.
Galeano agregó que el desarrollo de la conectividad aérea se logra con incentivos, estímulos y políticas públicas para atraer líneas aéreas y potenciar rutas aéreas. “Lo qué hay que hacer es generar las condiciones para que más gente acceda al avión como medio de transporte”, apuntó.
Al respecto, Kanazawa se refirió a un estudio realizado por la Agencia de Cooperación Internacional de Corea del Sur (Koica, por sus siglas en inglés), que determinó que en la región se mueven más de 100 millones de usuarios de transporte terrestre, un número que bien podría ser captado por el transporte aéreo.
“¿Por qué Paraguay no pude convertirse en un hub para cargas y pasajeros y esos usuarios del transporte terrestre se vuelquen al aéreo con tarifas reducidas y que Paraguay tenga su propia compañía aérea, que no tiene que ser necesariamente 100% estatal?”, se preguntó Kanazawa.
La nueva terminal aérea demandaría una inversión de alrededor de US$ 225 millones y se construiría al final de la terminal actual, hacia el norte. Entre las obras a ejecutar se encuentran la readecuación de la pista conforme a las normas de la OACI y que cuente con las prestaciones tecnológicas de un aeropuerto moderno, no sólo para pasajeros sino también en cuanto a la seguridad operacional.
Con la ejecución de las obras necesarias, la nueva terminal aeroportuaria que sirve a la capital del país estará en condiciones de recibir, incluso, aeronaves de fuselaje ancho. “Va a ser una gran oportunidad para el país, para su economía y para los negocios”, aseguró Kanazawa.