Como siempre decimos, el vino nace en el viñedo. Lo fundamental para obtener una buena calidad es haber dado con la adaptación perfecta de una variedad de uva al terruño. El suelo, la climatilogía y hasta las labores del campo jugarán un papel importantísimo a la hora de obtener una calidad excelente en nuestra vendimia. El tamaño de la viña, las características orográficas, la orientación de las parcelas… Todo influirá en la calidad final del vino.
Por supuesto, el tamaño del viñedo también influirá en el producto terminado. No es lo mismo tener un gran viñedo de varios cientos de hectáreas que trabajar un grand cru en la Borgoña con dimensiones de, en muchos casos, poco más de una hectárea.
Nunca podremos comparar un vino producto de la viticultura intensiva, mecanizada e hipertratada con la de una viticultura casi de precisión, dedicada al rendimiento mínimo y a concentrar todo lo que la uva puede dar en pocos racimos. Los vinos provenientes de este ultimo tipo de viticultura tienen elementos tan diferenciadores que hacen que el viñedo sea el protagonista en todo momento, tanto es así que los nombres que llevan los vinos, en lugares como la Borgoña, son los nombres de las parcelas o viñedos de donde se obtiene la uva. No son marcas comerciales, el nombre del elaborador suele aparecer en formato más pequeño en la etiqueta. Definitivamente, en Borgoña lo importante es la tierra.
VENDIMIA. Existen dos tipos principales de vendimia, la mecánica y la manual. La mecánica no necesita de mucha mano de obra: una maquina vendimiadora pasa por el viñedo y es muy útil para viñedos de grandes extensiones, pero no es selectiva y arrastra a su paso todo, desde uvas en mal estado hasta frutos verdes, sin tener especial cuidado con el estado del fruto. Ello no ocurre con una vendimia manual, con la que se utiliza mucha mano de obra, y los tiempos son otros.
La vendimia mecánica por ende es más barata y de menor calidad, mientras que la vendimia manual es cara, pero de alta precisión y calidad.
EL TIEMPO. Una vez que tenemos un vino listo, podemos optar por criarlo en toneles de roble o estabilizarlo en la bodega. Cada tonel de roble de 225 litros cuesta entre 400 y 1000 dólares, o incluso más, dependiendo del origen de la madera, el secado, el tostado, etc. Además a este coste hay que sumar el valor inmovilizado. Normalmente un vino que ha pasado por un tonel demora a salir al mercado entre 12 a 24 meses, o más, después de haber terminado la fermentación. Esto quiere decir que el bodeguero tuvo que pagar personal del campo para cuidar las vides, personal de vendimia, personal de boga, y esperar luego 2 años para que el trabajo que ya se hizo y ya se pagó con suerte comience a arrojar beneficios.
Resumiendo, un vino económico proviene generalmente de una viticultura extensiva, mecanizada y donde los procesos de crianza no suelen ser importantes. Sin embargo un vino que viene de una viticultura más controlada, donde todo el proceso lo hacen los hombres, controlando cada paso que se da, desde que la uva abandona el campo hasta que el vino sale al mercado, tiene un costo muchas veces más elevado.
Después de todo, lo más importante es poder disfrutar de una copa del vino que más nos guste.
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