Para conocer más sobre esta medida de protección de los cultivos, desde InfoNegocios contactamos con David Batte, director de Protección Vegetal del Senave, quien nos explicó que esta pausa no es nueva. Se implementa oficialmente desde el año 2011 en la Región Oriental y desde 2017 con un calendario diferenciado para la Región Occidental, debido a la variación en los ciclos de siembra entre ambas zonas.
La pausa fitosanitaria dura 90 días y prohíbe totalmente la presencia de plantas vivas de soja, incluso las conocidas como “huachas” o aquellas que brotan espontáneamente luego de la cosecha. También se exige eliminar una planta silvestre llamada Kudzu, que actúa como hospedera alternativa del hongo Phakopsora pachyrhizi, causante de la roya asiática, la enfermedad más perjudicial para este cultivo.
“El objetivo es simple pero esencial: cortar el ciclo biológico del hongo”, señaló Batte. Si no se interrumpe su desarrollo, las nuevas siembras de septiembre y octubre se enfrentan desde el inicio a una amenaza que compromete la sanidad del cultivo y obliga al uso intensivo y temprano de fungicidas.
Esta estrategia, basada en una combinación de normativa legal —como las resoluciones 71/11 y 633/17— y acciones de control cultural, ha demostrado resultados concretos. Aunque la roya asiática es una enfermedad endémica, la pausa ha permitido una disminución en su incidencia, reducción del uso de agroquímicos y, lo más relevante para los productores, un aumento en los rendimientos. Según estimaciones del Senave, esta mejora puede significar entre 1.000 y 2.000 kilos adicionales por hectárea.
La medida cuenta con una alta tasa de cumplimiento. “Más del 90% de los productores acatan la pausa. Son muy pocos los que encontramos en infracción durante nuestras fiscalizaciones”, detalló Batte. Aquellos que no respetan la normativa se exponen a sanciones que van desde multas económicas hasta sumarios administrativos.
Pero el trabajo del Senave no se limita a la soja. La institución también impulsa acciones para proteger otros cultivos estratégicos, como la banana, afectada por la sigatoka amarilla, y las frutas hortícolas, constantemente amenazadas por la mosca de la fruta, una de las plagas más reguladas en el comercio internacional.
En este sentido, Batte destacó un programa de vigilancia y control de la mosca de la fruta como una de las prioridades del año. “Estamos trabajando con cultivos como zapallo y próximamente con sandía. Usamos un enfoque integrado con trampeo, vigilancia, y manejo fitosanitario para mitigar los riesgos y cumplir con los requisitos sanitarios de mercados como Uruguay y Argentina”, explicó.
Estas acciones no solo buscan proteger la producción nacional, sino también abrir nuevas oportunidades de exportación. “Nuestro objetivo es que más productores, especialmente los pequeños, puedan incorporarse a cadenas de valor y llegar a mercados internacionales”, afirmó Batte.
La pausa fitosanitaria es, en esencia, un ejemplo de cómo la sanidad vegetal se traduce en eficiencia económica. A través de esta medida, Paraguay no solo combate una de las enfermedades más severas del cultivo de soja, sino que también sienta las bases para una producción más sostenible, rentable y competitiva en el escenario global.