"Es meritorio que Paraguay, teniendo niveles de producción inferiores a otros países, esté entre los mayores exportadores de carne”

(Por LF) El representante de la FAO en Paraguay, Jorge Meza, conversó con InfoNegocios acerca de la situación de la pecuaria nacional y de América Latina. Resaltó la labor del país como productor y exportador mundial de carne y precisó cuáles son los aspectos necesarios para lograr una producción sostenible. También habló de la necesidad de contar con una agenda ambiental ligada al desarrollo ganadero.   

¿Cómo ve actualmente a la pecuaria paraguaya y de América Latina en general?

El sector pecuario de la región ha crecido en los últimos años a una tasa superior al promedio del crecimiento global. Se estima que contribuye con alrededor del 46% del producto interno bruto (PIB). Las exportaciones crecieron a un ritmo superior al de la producción, especialmente en los países del Cono Sur. Lo cual permitió que América Latina se convierta en la región que más exporta carne bovina y carne de ave a nivel mundial.

En Paraguay el sector genera alrededor del 12% del PIB, incluyendo ganadería, industria, transporte, sector financiero y comercio, y da ocupación a más del 11% de la población económicamente activa, con un aporte muy importante en los ingresos al país. El sector ganadero se desarrolla en aproximadamente el 64% de la tierra actualmente utilizada para la producción agropecuaria.

Se trata de un escenario interesante, en el cual las faenas lamentablemente se han reducido en los últimos meses por efecto de la pandemia del COVID-19. Además, hay otros desafíos estructurales que el sector está abordando, como la necesidad de alcanzar acuerdos de producción y precio entre los ganaderos y la industria, la volatilidad de los precios, la necesidad de abrir y asegurar nuevos mercados, entre otros.

A su criterio, ¿cómo se encuentra Paraguay en materia de producción sostenible, sanidad animal, tecnología y medio ambiente y cuáles considera que son los aspectos a mejorar?

La carne de Paraguay tiene una gran aceptación en el mercado internacional. El producto accede a mercados exigentes, de países que evalúan atentamente los aspectos sanitarios y de calidad del sistema productivo. En ese sentido, no hay duda de que el sistema cumple con estándares internacionales, que garantizan que el producto sea inocuo y de calidad.

En lo ambiental, es importante estar atentos a las crecientes exigencias de los mercados internacionales. Cada vez más, en el concepto de la calidad de un producto, está implícito lo social y ambiental. Si bien el sector está trabajando en fortalecer los aspectos ambientales de su producción, lo que se demuestra, por ejemplo, en su activa participación en la “Plataforma Nacional de Commodities Sustentables”, hay temas en los cuales será necesario poner especial atención.

Dos de esos temas son el tratamiento del agua en las industrias de procesamiento de la carne, y la determinación de criterios para una zonificación agro-ecológica, que permita el desarrollo de la producción ganadera, reduciendo los riesgos ambientales para los ecosistemas naturales del país. La atención a estos temas podría constituirse en señales importantes para el mercado internacional, en el sentido que el país avanza en una agenda ambiental asociado a su desarrollo ganadero.

¿A qué debería apuntar el país para aumentar su producción y lograr al mismo tiempo la sostenibilidad en términos ecológicos y económicos?

Los dos temas mencionados anteriormente son importantes. Una agenda ambiental más intensa tendría que estar sujeta a un gran acuerdo nacional e internacional. ¿En qué sentido? Igual que para toda actividad económica hay siempre un interés individual y colectivo por alcanzar una producción sostenible. Hay un límite hasta el cual pueden llegar de manera individual los empresarios y productores, más allá de eso es esencial activar el interés colectivo, nacional, a través de la generación de bienes públicos que permitan avanzar en la mencionada agenda. Esto implica, sistemas gubernamentales de asistencia técnica especializada en temas ambientales, mecanismos de incentivo financiero a cambios tecnológicos, infraestructura de transporte apropiada para bajar los costos de producción, sistemas de trazabilidad de la producción, entre otros. En un contexto internacional, para avanzar en una agenda de producción con mayores estándares ambientales, también se requieren incentivos, como la transferencia de tecnología a precios razonables, la posibilidad de comprar insumos productivos a precios más bajos, mejores precios para los productos vendidos en el exterior, acceso facilitado a mercados, entre otros.

En ese sentido, el país debe apuntar a establecer esa hoja de ruta, mediante un acuerdo claro entre el sector privado, la sociedad civil y el Gobierno. Ese compromiso debería ser expandido por el Gobierno hacia los países que compran la producción nacional o que podrían comprarla, en un esfuerzo de asegurar mercados con precios apropiados, que sostengan a nivel nacional los cambios transformacionales que se buscan con una agenda ambiental más intensa.

¿Cómo ve la situación de Paraguay como exportador de carne?

En 2019, Paraguay se situó entre los 10 mayores países exportadores de carne en el mundo, con envíos superiores a las 330 mil toneladas. En los primeros lugares estuvieron Brasil con 2.3 millones de toneladas, Australia con 1.7 millones de toneladas e India con 1.4 millones de toneladas. Estos países se encuentran también entre los mayores productores de carne. Es meritorio que Paraguay, teniendo niveles de producción sustancialmente inferiores a aquellos de los países mencionados, esté entre los mayores exportadores, lo que manifiesta el potencial exportador del sector ganadero del país.

El volumen de exportación entre enero y abril de este año no ha cambiado de manera significativa en relación al mismo período del año anterior, teniendo como destinos principales Chile y Rusia. No obstante, ya en abril de este año se verificó una reducción en el volumen exportado con relación al mes anterior. No es posible aún evaluar apropiadamente el efecto que tendrá el COVID-19 en la exportación de carne vacuna, ni en su precio en los mercados internacionales.

¿Qué proyectos se encuentra desarrollando o tiene previstos ejecutar la FAO en el país para ayudar a mejorar la productividad pecuaria y el trabajo rural?

Tenemos una larga lista de acciones de cooperación en Paraguay. El pasado 3 de febrero, la FAO firmó con el Gobierno de Paraguay, un nuevo Marco de Programación País para el período 2020 a 2024, que establece tres líneas de cooperación: reducción de la pobreza y desarrollo social, sistema alimentario saludable y producción sostenible de alimentos, y adaptación y mitigación del cambio climático.

Desde la vigencia de este marco, se han firmado dos proyectos regionales en los cuales Paraguay participa como país beneficiario de la asistencia. El primero de ellos es el proyecto “Trabajando juntos para combatir la resistencia a los antimicrobianos (RAM)”, que cuenta con el financiamiento de la Unión Europea y será implementado de manera conjunta por la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la FAO.

El segundo proyecto se llama “Preparación para afrontar la emergencia de la peste porcina africana (PPA)”, que beneficiará a 19 países de la región. El objetivo es que los países desarrollen e implementen estrategias de coordinación regional capaces de reducir el impacto y mitigar los efectos de enfermedades y plagas, principalmente de la peste porcina africana.

¿Cómo visualiza el futuro del sector pecuario luego de la pandemia del COVID-19?

Existen estimaciones generales sobre el efecto de la pandemia en el crecimiento de la economía de los países, pero aún no hay estimaciones sectoriales. De esta manera, no es posible todavía conocer la profundidad del impacto del COVID-19 específicamente en el sector pecuario, y tampoco el tiempo que tardará su recuperación, hacia lo que se ha dado por llamar la nueva normalidad.

Esta nueva normalidad no solo se expresará en un comportamiento diferente en la conducta sanitaria ciudadana, sino también en un cambio en las prioridades de inversión de los países, probablemente buscando desarrollar sociedades con mejores niveles de salud, vinculada a una mejor alimentación y cuidados preventivos, asociado lógicamente al incremento de infraestructura sanitaria. 

La pregunta aquí es cuál será la nueva normalidad para el sector pecuario. Y tal vez la respuesta no sea necesariamente un escenario diferente al que se viene gestando a nivel global, pero sí el mismo escenario construido a un ritmo diferente. ¿A qué me refiero? El mundo va a exigir, más tempranamente que antes, una mejor producción utilizando menos recursos, y con una huella ecológica aún más baja. Esto no implica des-construir el sistema productivo actual. Por el contrario, implica avanzar a una optimización aún mayor del sistema de producción, utilizando junto con la tecnología, iniciativas de economía circular, que busquen mayor eficiencia y sostenibilidad en el sector.

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