El proyecto se desarrolla sobre propiedades de Atenil SA, ubicadas en los departamentos de Alto Paraguay y Presidente Hayes. Y lo que se busca es fomentar la conservación, el uso sostenible de los bosques y también el desarrollo de las comunidades de la zona.
Araceli Echague, supervisora de marketing de Chaco Vivo, se refirió a uno de los ejes fundamentales del proyecto para la protección de los bosques de la zona. Se trata de un vivero, dedicado a conservar y promover las especies autóctonas de esta región.
El vivero se encuentra en Puerto Casado, a orillas del río Paraguay y empezó en 2022 y actualmente cuenta con más de 60.000 plantines −50 variedades− de especies nativas del Chaco. “Es una parte importantísima del proyecto Chaco Vivo, porque promueve la educación y el entrenamiento de los jóvenes de la región, brindándoles oportunidades de aprender y recibir entrenamiento en el sector forestal”, señaló.
“Trabajamos de forma totalmente orgánica, tanto en el crecimiento del vivero como también en el tratamiento de los plantines. Empezamos con la recolección de semillas de los árboles madre, luego la selección, limpieza, siembra de las semillas, germinación, riego y seguimiento de los plantines. En cada etapa de crecimiento (4 a 12 semanas) son trasplantados a planteras mayores hasta que puedan ser utilizadas en una reforestación o restauración de hábitat. Actualmente nuestro vivero ocupa un área total de 2.000 m2 de área útil para crecimiento de los plantines”, explicó.
El área de parcela de prueba (reforestación) en campo es de 5.000 m2, donde fueron plantados alrededor de 350 plantas para etapas iniciales de investigación.
Según Echague, las metas inmediatas del proyecto del vivero son: desarrollar parcelas de prueba con plantines nativos del Chaco para su medición y monitoreo, cuyos datos serán recopilados para analizar una restauración de hábitat e/u reforestación en mayor escala; entrenamiento y capacitación técnica de jóvenes de la región a través de talleres educativos; paisajismo y arborización urbana de la ciudad, comunidades indígenas y escuelas involucradas en el área de influencia del proyecto Chaco Vivo.
El proyecto Chaco Vivo en general y dentro del marco de sus programas sociales involucró a más de 2.900 familias, que recibieron apoyo en diversas formas a lo largo de estos dos años de implementación, ya sea participando en los programas sociales, beneficiándose de la asistencia proporcionada durante momentos de emergencia climática, o siendo afectadas positivamente por mejoras realizadas, como en la infraestructura de agua potable en comunidades de la zona de influencia del proyecto.
Por otra parte, el proyecto también proporciona hábitats para la biodiversidad y corredores clave para una amplia gama de especies de fauna y flora amenazadas, vulnerables y en peligro de extinción, como ser el tagua, el mborevi, el tatu carreta, el jurumi, el pecarí labiado, el aguara guasu, el tatu bolita y el emblemático jaguarete, entre muchos otros.
“Varias de estas especies son endémicas del Chaco, y es esencial preservar su hábitat para asegurar su continua supervivencia en este ecosistema”, refirió.