El secreto de Tatakua: reglas claras y el diálogo
La empresa es dirigida por el matrimonio de Cynthia López y Saúl Ortiz, quienes comenzaron el negocio en México en el 2006. “Nos conocemos desde la época de colegio y tuvimos otros emprendimientos antes de Tatakua. Puntualmente, este negocio nació cuando teníamos 10 años en pareja y estábamos recién casados viviendo en México”, comentó Cynthia.
En ese momento, ambos se encontraban con compromisos profesionales, pero apostaron a crear una línea de alfajores artesanales por la añoranza que tenían hacia los productos dulces de Paraguay.
Desde sus inicios en Monterrey, el negocio tuvo un rotundo éxito por ser distinto a los productos dulces que comercializaban en la zona. “Luego decidimos retornar a Paraguay. Ese fue un momento crítico porque dejábamos el éxito que conseguimos en ocho años para volver a comenzar de cero”, expresó Saúl.
“Lo más complicado de trabajar en pareja es separar la familia y el trabajo. A nosotros nos costó bastante, aunque con el tiempo incorporamos ciertas reglas y seguimos aprendiendo en este aspecto. Pero la clave para evitar los conflictos es el diálogo”, afirmó Saúl.
Ambos coincidieron que el tener hijos ayudó a separar más los espacios entre la oficina y la casa. Además, tanto Saúl como Cynthia consideraron fundamental la complementación laboral para el funcionamiento de la sociedad y para encargarse de tareas diferentes.
“Es todo un desafío encontrar el equilibrio, porque tenemos cosas en común y posturas totalmente opuestas. Por ejemplo, yo me encargo del área comercial, marketing y parte de la producción, y Saúl se dedica a las áreas de administración y producción, pero todas las decisiones importantes las debatimos y consensuamos”, señaló Cynthia.
Por otra parte, lo más satisfactorio para esta pareja es ver la aceptación que tiene su producto en el mercado y la fidelización de los consumidores.
El secreto de Cocido La Abuelita: perseverar juntos ante los obstáculos
Al frente de este emprendimiento se encuentra el matrimonio conformado por Liz Arzamendia y Édgar Ibarrola, quienes comenzaron el negocio en el 2005.
“La empresa tuvo un inicio súper humilde y fue creciendo, de ser un bebé a ser un adulto, porque es como un hijo para nosotros. Lo que más nos motiva es el posicionamiento de marca que conseguimos en todos estos años”, admitió Liz.
Pero el éxito no vino solo, tenían apenas dos años de casados cuando empezaron con el negocio y al principio había allegados o conocidos que no creían en el proyecto, incluso se burlaban de la marca, sin embargo ellos estaban decididos a emprender en pareja, sostuvieron la decisión y hoy se pueden ver los resultados.
“Es complejo emprender en pareja, debe existir inteligencia emocional para separar los espacios personales y profesionales. Resulta fácil decir ‘hay que separar los ámbitos’, pero no es fácil en la práctica y lleva años de disciplina entender esto”, reconoció Liz.
En cuanto a los desafíos, la pareja tuvo que aprender sobre gestión empresarial en el camino así como delegar las tareas a los profesionales de cada área.
“Nos complementamos porque no tenemos el mismo perfil profesional. Mi socio se dedica a toda la parte técnica e innovación, mientras que yo me aboco a la parte administrativa, recursos humanos y marketing”, dijo Liz.
Compatibles hasta en los negocios: propietarios de Tatakua y Cocido la Abuelita son más que el uno para el otro
Hay quienes temen mezclar los negocios con la amistad, entonces qué será cuando se trata del amor y los negocios. Puede ser una tarea complicada, pero no imposible, se basa en una decisión diaria de salir adelante juntos y encontrar en el otro un complemento. Te contamos dos casos de parejas de emprendedores que supieron dividir los espacios laborales y personales, encontrar un equilibrio y debatir cada situación hasta llegar al consenso.