PISA, por sus siglas en inglés Programme for International Student Assessment, es decir, Programa para la Evaluación Internacional de Alumno, es un proyecto de la OCDE que evalúa la formación de los alumnos cuando llegan al final de la etapa de enseñanza obligatoria, hacia los 15 y 16 años. La evaluación cubre las áreas de lectura, matemáticas y competencia científica.
El top 5 de los países con mejor desempeño en matemática está compuesto por Singapur, China, Japón, Corea del Sur y Estonia. Mientras que los cinco últimos fueron Guatemala, El Salvador, República Dominicana, Paraguay y Camboya.
“Los resultados son negativos pero no muy distintos a los que teníamos en la evaluación nacional. Lo positivo es que Paraguay empieza a participar en evaluaciones más sistemáticas y más rigurosas”, manifestó Yan Speranza, rector de la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL).
El top 5 de los países con mejor desempeño en matemática está compuesto por Singapur, China, Japón, Corea del Sur y Estonia. Mientras que los cinco peores fueron Guatemala, El Salvador, República Dominicana, Paraguay y Camboya.
La evaluación del programa de la OCDE demostró que el 85% de los estudiantes paraguayos está aplazado en matemáticas; el 66% en comprensión lectora; y el 71% en ciencias. “El promedio se mantiene en 70%, como ya se sabía con las evaluaciones nacionales. En comparación, el nivel de aplazo de los países asiáticos es del 8 al 10%”, explicó el experto.
Consecuencias
¿Cuáles son los efectos que causa esta situación? “Esto pone en riesgo nuestro desarrollo, afecta directamente a la productividad, con la consecuencia de salarios muy bajos, posibilidad de ocupación muy baja, o en trabajos manuales. La nueva economía implica otro tipo de habilidades”, aseveró Speranza.
El especialista agregó que incluso la construcción democrática se ve afectada, ya que la democracia implica la comprensión de cuestiones abstractas, como la justicia, y el desconocimiento significa limitaciones, por ejemplo, a la hora de votar.
Para Sebastián Da Ponte, gerente social y fundador del Club Escuela Solidaria, el informe devela que Paraguay se está alejando cada vez más de ese Primer Mundo soñado que significa calidad de vida.
“Nos convertimos en un país fácil para el crimen organizado y que difícilmente se va a industrializar, con menor calidad competitiva, un país con mano de obra barata, donde una minoría accede a la universidad y más de la mitad no termina. El panorama es muy sombrío para los próximos 15 o 20 años si no hay reformas significativas y una terapia de shock dentro del sistema educativo”, alertó.
Da Ponte propuso cambiar la metodología de enseñanza, una tarea que pasa por sentarse a discutir con todos los sectores involucrados, docentes, científicos, el MEC, una nueva didáctica y pedagogía, además de encontrar nuevas formas de evaluación y calificación.
“Cuando importás libros hay una disociación de contenido porque no se adecua a la realidad local. Necesitamos una escuela trilingüe, cambiar la merienda escolar, no más coquito y cocido sino frutas, cereales, jugos, si queremos que haya neurodesarrollo. Los chicos deben tener oratoria, analizar, conocer derechos y obligaciones antes de los 14 años”, añadió.
Speranza, a su vez, dijo que el informe de PISA marca la hoja de ruta y en dónde hay que poner el foco de la educación, como la comprensión lectora y matemáticas; y en políticas públicas para desterrar la desnutrición crónica, apoyar los esfuerzos en primera infancia, y mejorar la cobertura antes de preescolar.
“Asimismo, se debe mejorar la propia gobernanza del MEC para que pueda llegar con sus programas, y con suficiente presupuesto, a todo el país. Creo que el ministro (de Educación y Ciencias, Luis Ramírez) lo tiene bien claro. Hay que apoyarlo políticamente y dejar de lado la estéril e inútil de la discusión de género que nos estuvo distrayendo de los ejes”, dijo.
Da Ponte estuvo de acuerdo en evadir las diferencias entre los lobbys de ideología y que la educación sea laica en el sector público.
Speranza insistió en crear condiciones para que cuando los niños lleguen a los 10 años de edad dominen la lectura y comprendan lo que leen, y sobre eso construir posteriormente. Y para que eso ocurra, recalcó, el factor docente es central.
“Debemos hacer una revolución en la formación inicial docente y en el acompañamiento, y poner más recursos en la primera infancia. La evidencia muestra que si no generamos estimulación temprana, impacto en la primera infancia, después es muy difícil recuperar. Gran parte de las conexiones neuronales, la capacidad de aprendizaje se desarrolla en esta etapa”, significó.
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