La comodidad y la simplicidad son las claves para enfrentar los largos días de sol y las altas temperaturas del verano. La tendencia minimalista sigue marcando presencia, con una estética que rechaza el exceso y se enfoca en la pureza de las líneas y los colores.
Según Nadys Coronel, asesora de imagen, tejidos como el algodón, la seda y el lino serán los protagonistas, ofreciendo frescura y elegancia. Las prendas en tonos neutros como beige, blanco y gris, junto con líneas limpias y cortes versátiles, serán esenciales en los guardarropas. Este enfoque responde a la necesidad de comodidad y al deseo creciente de encontrar belleza en lo esencial.
“El estilo boho chic, que ya tuvo un lugar en 2024, seguirá en el 2025, consolidándose como la opción ideal para los días de descanso. Vestidos largos con flecos y bordados, junto con accesorios de inspiración artesanal, capturan un espíritu relajado y creativo”, indicó Coronel.
El athleisure, la mezcla de ropa deportiva con prendas casuales, continúa ganando popularidad. Este estilo permite libertad de movimiento sin comprometer la estética, incorporando accesorios personalizados que reflejan el estilo único de cada persona. “Athleisure es la unión de la libertad de movimiento con comodidad y estilo; de la ropa deportiva con lo casual, estilizando con accesorios o complementos del estilo personal”, explicó.
La sostenibilidad sigue siendo un pilar en la moda contemporánea. Con el creciente impacto del cambio climático, los consumidores valoran más que nunca las prendas confeccionadas con materiales orgánicos, reciclados y de alta calidad. El movimiento slow fashion promueve la compra consciente, priorizando piezas duraderas que se conviertan en inversiones a largo plazo.
El crochet, un arte que evoca nostalgia y conexión con lo artesanal, será otro de los protagonistas. Desde vestidos largos hasta conjuntos de pantalones cortos y crop tops, esta técnica resurge como un tributo al pasado, adaptado a las necesidades modernas de frescura y estilo.
El playful y los estampados
Esta corriente apuesta por colores llamativos, estampados originales y combinaciones inesperadas. “Es una forma de expresión de colores y diferentes estampados (además de las flores, también hay rayas, lunares, geometrías, etc.). Remeras con gráficos de frutas o flores, prendas de color neón, pantalones con patrones extravagantes y accesorios llamativos”, comentó Coronel.
La nostalgia domina el mundo de la moda con el retorno del estilo Y2K, inspirado en los años finales de los 90 y principios de los 2000. “A mis casi 40 años voy a las tiendas y digo: ‘Esto se usaba cuando yo era joven’. La moda de finales de los 90 y principios de los 2000 es un fuerte revival”, dijo.
Este resurgimiento incluye jeans de tiro bajo, chokers, gafas de sol pequeñas y prendas de estilo grunge. Influenciado por íconos como Britney Spears y Kate Moss, este estilo encarna una rebeldía despreocupada que resuena con las generaciones jóvenes y aquellos que reviven recuerdos de su juventud.
Como punto final, Coronel refirió que, con la creciente presencia de la inteligencia artificial y la tecnología avanzada, la moda mira hacia el futuro con el retro futurismo. Colores metálicos, neón y materiales tecnológicos se combinan para crear prendas y accesorios que parecen salidos de una película de ciencia ficción. Este estilo refleja la evolución tecnológica y también la curiosidad por explorar nuevos horizontes en diseño y funcionalidad.
“La moda en 2025 no es homogénea, es un mosaico de influencias culturales, históricas y tecnológicas”, concluyó Coronel. El desafío radica en equilibrar estas corrientes.