Profesionales de las empresas Engineering SA, Roinpar SA y OD Electromedicina participaron de un concurso nacional para desarrollar un prototipo de ambu manual (resucitador manual o respirador manual), con el objetivo de fabricar internamente este diseño y así paliar el déficit del dispositivo en los centros médicos.
Pero cuando vino la pandemia del COVID-19, los propulsores se percataron de que estos equipos de ventilación mecánica no son los requeridos para estos niveles de complejidad, y se propusieron crear equipos de ventilación pulmonar automáticos, con las mismas características y funciones que los respiradores importados por las autoridades nacionales.
Este proyecto tiene un mes de vida y actualmente existen unidades de SPE 1.500 en proceso de evaluación, con el objetivo de conseguir la certificación en la brevedad posible y empezar a producir a escala, según Juan Andrés Campos Cervera, presidente de Engineering SA.
“Cuando hablamos de respiradores invasivos, estamos hablando de una tecnología completamente distinta a la utilizada en el ambu. Entonces, nosotros empezamos a desarrollar este equipo con un grupo de profesionales como una iniciativa privada. Por tanto, nos pusimos a trabajar en la fabricación de un modelo funcional para tratar a pacientes con dificultades respiratorias más graves", indicó.
El prototipo fue presentado a médicos del Instituto de Previsión Social (IPS), “quienes quedaron asombrados con el funcionamiento y alentaron a los impulsores a continuar el proceso de testeos, de manera a agilizar el proceso de certificación”, manifestó el directivo.
Asimismo, tienen un convenio con la Facultad de Veterinaria de la UNA para realizar las pruebas complementarias con animales (con cerdos por la similitud con el funcionamiento corporal). Hasta el momento, los resultados fueron satisfactorios, añadió.
"El SPE 1.500 ofrece tres modos respiratorios, de los cuales uno está listo y estamos trabajando en la validación de los modos restantes. En los últimos modos se opera con una válvula más sofisticada, para controlar el flujo de aire comprimido y oxígeno. Ahora nos abocamos en validar todos los modos y certificar el equipo en base a normas internacionales", sostuvo.
Cuando todo este proceso esté superado y la certificación sea aprobada, el equipo será registrado en la Dirección Nacional de Vigilancia Sanitaria, según Campos Cervera, para su fabricación y comercialización.
Sobre las ventajas, Campos Cervera explicó que son varios los aspectos favorables: se evita el tiempo de importación; se reducen los costos, ya que un respirador de esta categoría está por los US$ 40.000, pero ellos lo comercializarán por US$ 20.000 por unidad, y se suma el plus de un servicio técnico con una respuesta rápida.
"Estimamos una capacidad de fabricación de 100 equipos por mes, dependiendo en la medida que podamos contar con todos los insumos correspondientes, ya que estos elementos se importan, pero se consiguen en el mercado internacional con cierta facilidad. Se utilizan componentes de uso biomédico y otros de uso industrial, pero se garantiza el proceso", apuntó.
Incluso, el equipo tiene un sistema inalámbrico de control que permite controlar los parámetros a distancia (de un paciente de COVID-19) y también hacer un centro de monitoreo con los datos de los pacientes.
Para concluir, Campos resaltó que cuando culminen con el proceso de certificación y registro se acercarán al Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPBS) para mostrarle esta alternativa.