Según la publicación, una cadena de valor mundial (CVM) divide el proceso de producción entre distintos países, así las empresas se especializan en una tarea específica y no elaboran todo el producto. Sostiene además que las interacciones entre las empresas suelen generar relaciones duraderas y si bien la participación de los países en las CVM está impulsada por factores económicos, las políticas son importantes para mejorar la participación e incrementar los beneficios.
El informe detalla que después de 1990 el comercio internacional se expandió con rapidez impulsado por el aumento de las cadenas de valor mundial, lo que permitió una convergencia sin precedentes: los países pobres crecieron más rápido y empezaron a alcanzar a los más ricos, lo que ocasionó que la pobreza disminuyera abruptamente.
Dichos logros fueron impulsados por la fragmentación de la producción entre los países y el crecimiento de los vínculos entre las empresas. Estas se dedicaron a buscar la eficiencia en todas las áreas posibles, lo que a la vez dio lugar a un activo intercambio de partes y componentes a nivel mundial. El reporte señala que la productividad y los ingresos aumentaron en los países que se convirtieron en parte integral de las CVM, como Bangladesh, China y Vietnam, donde se produjeron las mayores reducciones de pobreza.
Por otra parte, el informe sostiene que a pesar de los avances mencionados, en la actualidad ya no puede darse por sentado que el comercio seguirá siendo una fuerza generadora de prosperidad, y explica que desde la crisis financiera de 2008 el comercio mundial creció lentamente y la expansión de las CVM se desaceleró. En tanto que en la última década no ocurrió nada similar a los eventos transformadores de los años 90, es decir, la integración de China y Europa oriental en la economía mundial y la celebración de importantes acuerdos comerciales como la Ronda Uruguay y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Así también, manifiesta que en la actualidad existen dos amenazas potencialmente graves para el exitoso modelo de crecimiento con mano de obra intensiva impulsado por el comercio, consistentes primeramente en el surgimiento de nuevas tecnologías que reducen la necesidad de los trabajos manuales, como la automatización y la impresión 3D, que podrían acercar aún más la producción al consumidor y reducir la demanda de trabajo en el país y en el exterior. En segundo lugar, los conflictos comerciales entre los países grandes, problemática que podría dar lugar a la retracción o a la segmentación de las CVM.
El estudio trata dos puntos importantes de la cadena de valor compartido, la desigualdad, y la contaminación. Por una parte, menciona que los beneficios de la participación en las CVM no se distribuyen de manera equitativa entre los distintos países ni dentro de ellos. De esta manera, grandes empresas que tercerizan la fabricación de determinadas partes y determinadas tareas en países en desarrollo aumentaron sus márgenes comerciales y sus ganancias, lo que sugiere que una creciente proporción de las reducciones de costos derivadas de la participación en las CVM no se están trasladando a los clientes. Al mismo tiempo, los márgenes comerciales de los productores de los países en desarrollo están disminuyendo, dicho contraste es evidente, por ejemplo, en el caso de las empresas de indumentaria de Estados Unidos e India
Del mismo modo, es posible que aumente la desigualdad en el mercado laboral, con beneficios cada vez mayores para los trabajadores calificados y salarios estancados para los no calificados. Las mujeres enfrentan desafíos, ya que si bien las CVM ofrecen empleo a más mujeres, estas experimentan importantes limitaciones y suelen concentrarse en los segmentos de menor valor agregado. Así, resulta difícil encontrar mujeres propietarias y en cargos directivos.
Por otro lado, las cadenas de valor mundial también pueden generar efectos nocivos para el medio ambiente. Los principales costos ambientales de las CVM se relacionan con el creciente comercio de bienes intermedios, que implica mayores distancias en comparación con el comercio tradicional. Dicha práctica genera mayores emisiones de dióxido de carbono (CO2) provenientes del transporte (con respecto al comercio tradicional) y exceso de residuos (sobre todo de productos electrónicos y plásticos) provenientes del envasado. El crecimiento generado por este sistema también puede ejercer presión sobre los recursos naturales, en especial si va acompañado de subsidios a la producción o a la energía, que alientan el exceso de producción.
Finalmente, el informe concluye que las CVM pueden seguir impulsando el crecimiento, creando mejores empleos y reduciendo la pobreza, siempre que los países en desarrollo profundicen las reformas y los países industrializados adopten políticas abiertas y predecibles. En este contexto, el cambio tecnológico probablemente juegue a favor del comercio y las CVM, mientras que los beneficios de la participación en este sistema pueden ser sostenibles y tener un efecto generalizado si todos los países mejoran la protección social así como ambiental.