Fundado por Fernando Nieuwehoff y Diego Vellozo, el proyecto es un homenaje a la memoria, a las raíces, a la cocina como gesto de amor y a la estética como vehículo de experiencias. Y, sobre todo, es un tributo a Delma, la abuela italiana de Diego, cuya pasión por los fogones y por reunir a la familia alrededor de la mesa fue la chispa que encendió esta aventura.
“Queríamos que se sintiera como entrar a la casa de la nona. Una casa donde el café huele a abrazo, donde la comida tiene sabor a domingo en familia y donde cada rincón te hace querer quedarte un rato más”, dijo Fernando.
Antes de ser cafetería y bistró, Nona Delma fue una casa antigua abandonada. Los socios la descubrieron tras buscar durante meses el lugar perfecto para materializar su sueño, la remodelaron respetando su estructura original y la convirtieron en un espacio multifacético donde la decoración cálida y la atención al detalle juegan un rol central.
Adentro hay sillones mullidos, vajilla antigua, flores frescas, paredes que respiran historia, rincones íntimos y una pequeña biblioteca que invita a leer mientras el cappuccino se enfría apenas, según contó Fernando. Afuera, bajo la sombra de los árboles, las mesas de hierro forjado y madera natural conviven con la brisa del parque. Cada espacio lleva el sello de los fundadores, que también se dedican profesionalmente al diseño de interiores y mobiliario.
Pero el alma de Nona Delma está en su cocina. “El menú es amplio, variado y profundamente identitario: platos que huelen a Paraguay, pero también a la Toscana, al Mediterráneo. La experiencia puede comenzar con una picada artesanal, mbeju crocante, tortillitas doradas, chipas caseras y una marinerita de carne que remite directamente al fogón familiar”, mencionó el propietario.
La cocina brilla con creaciones que combinan ingredientes locales con técnicas italianas, como el lomito a la pimienta negra: un corte jugoso, sellado con precisión, servido con un cremoso risotto de limón siciliano, que aporta una nota cítrica y fresca ideal para equilibrar el plato.
El risotto Nona Delma es el plato más solicitado y verdadero ícono de la casa. “Está elaborado con un chorizo casero de receta familiar, cocido lentamente con arroz arborio, vino blanco, fondo de vegetales y un toque final de parmesano”, destacó.
Todo en Nona Delma se hace en el momento. Desde las empanadas con masa artesanal —que pueden pedirse fritas o al horno— hasta los aderezos, las salsas, los caldos base. “Preferimos que el cliente espere un poquito más, pero que reciba un plato fresco, preparado con amor”, explicó.
La carta de café es otro capítulo importante. Los granos son seleccionados, molidos al momento y preparados por baristas formados. “Hay cappuccinos espumosos, macchiatos con notas dulces, espressos intensos y un delicioso caramel macchiato que se convirtió en favorito del público”, añadió. Además, ofrecen sodas italianas elaboradas con jarabes importados, ideales para quienes buscan una bebida refrescante y sofisticada.
Fernando y Diego ya sueñan con llevar la experiencia a otras ciudades, especialmente a Asunción. “Queremos abrir una segunda sede en la capital, pero sin perder esta esencia de casa, de calidez, de cocina honesta. Nuestro objetivo es que cada persona que venga se sienta como en casa. Que traiga a su familia, a sus amigos, o venga solo a leer, a pensar, a disfrutar. Que se vaya con el corazón lleno y vuelva con ganas de más”, concluyó Fernando.