Por un lado, la sueco-paraguaya Paracel avanza en su megaproyecto industrial para la producción de celulosa sostenible en el norte del país. Desde su llegada en 2018, la empresa ha impulsado una auténtica revolución forestal, plantando un árbol por segundo y consolidando un ecosistema industrial con impacto local. “Seguimos mucho más convencidos de todas las ventajas que antes: la estabilidad, el crecimiento sostenible de los árboles, la logística fluvial”, explicó Per Olofsson, CEO de Paracel, en diálogo con InfoNegocios.
Si bien el proyecto aún no entra en fase de construcción plena, todo está listo para avanzar en cuanto las condiciones globales lo permitan. “La fábrica viene, el proyecto no ha cambiado. Ahora lo principal es seguir creciendo en madera para tener el insumo necesario”, apuntó Olofsson.
Además de la visión industrial, Paracel genera valor mediante alianzas con universidades regionales y apuesta a la capacitación de personal paraguayo en una industria que aún está en etapa emergente. “Aquí las condiciones son iguales o mejores que en Brasil o Uruguay, que ya son mercados maduros. Paraguay es la nueva frontera forestal del mundo”, afirmó el directivo.
En paralelo, Atome, de origen británico, impulsa desde Villeta la construcción de la primera planta de fertilizantes verdes del país, con una inversión inicial superior a los US$ 500 millones. Su complejo de 30 hectáreas, ubicado frente a la subestación Buey Rodeo (de la ANDE), al sur de Villeta, producirá 250.000 toneladas anuales y contará con el respaldo financiero de organismos multilaterales como el BID Invest, IFC, FMO y DFC (de Estados Unidos), además de fondos privados como HY24 (francés), el más grande del mundo en inversiones vinculadas al hidrógeno verde.
“Estamos muy avanzados. Si todo sale bien, para agosto o septiembre comenzamos el movimiento de suelo y en 2028 ya estaremos produciendo”, comentó para nuestro medio James Spalding, presidente de Atome Paraguay. La empresa también firmó un acuerdo con Yara, uno de los gigantes globales de fertilizantes, para la comercialización exclusiva de su producción durante los primeros diez años.
El plan no termina ahí. Atome ya creó una división específica para generación solar, con proyectos en carpeta de hasta 400 MW, lo que complementaría la matriz hidroeléctrica y aportaría a la diversificación energética del país. “Paraguay necesita nuevas fuentes de generación para cubrir los picos de demanda. La energía solar es el complemento perfecto”, agregó Spalding.
El gobierno nacional también acompaña este auge. Desde el Ministerio de Industria y Comercio (MIC) se anunció la modificación de la ley de energías renovables, lo que permitirá extender las concesiones hasta 30 años y habilitará la venta directa entre privados utilizando la red de la ANDE. Esta apertura regulatoria es vista por los inversionistas como clave para potenciar el modelo de negocios de las energías limpias.
Ambos casos, Paracel y Atome, reflejan un cambio estructural en el perfil productivo del país. Ya no se trata solo de generar energía o materia prima, sino de integrarse a cadenas globales de valor desde una lógica sostenible, apostando por la innovación, el empleo formal y la transferencia de tecnología.
Paraguay, históricamente exportador de energía hidroeléctrica, ahora se prepara para dar el salto hacia una economía industrial verde, en alianza con empresas que ven en el país más que un mercado: una plataforma estratégica para producir de forma limpia para el mundo.