¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Comenzó cuando terminé el colegio en Santa Ana, tenía 18 o 19 años. Iniciamos con el negocio de la aviación: compra, venta y reparación de aeronaves en Paraguay y en el extranjero. En 2010-2011 aproximadamente, entré en el negocio de las dragas y la arena en el río. Le planteé a mi papá —quien siempre me apoyó desde el primer día— que quería dedicarme a eso, y así fuimos creciendo. Hoy tenemos más de 12 dragas y realizamos casi todas las obras de refulado en Paraguay desde 2011, destacando por precio y calidad.
El urbanismo siempre estuvo presente en la familia. Mi abuelo hizo el Yacht & Golf Club Paraguayo y el Condominio Costa Alta, además de ser profesor de urbanismo por 30 años en la Facultad de Arquitectura Nacional. Ese legado hizo que siempre quedara la idea de desarrollar nuestro propio condominio, pero había que encontrar el lugar ideal. Lo encontramos cuando nos contrataron para el terraplén del Puente Héroes del Chaco, y así nació “”, a cinco minutos la calle Primer Presidente. Lo estamos desarrollando con maquinaria y recursos propios, como parte de lo que llamamos la “nueva Asunción”: una ciudad organizada, planificada y con potencial de reinventarse cruzando un puente.
Al salir del colegio empecé Ingeniería Industrial, luego pasé a Ingeniería Comercial e hice cursos cortos en Harvard. Hoy creo que lo más importante es buscar información, leer y encontrar la forma de hacer las cosas. Si uno quiere, todo es posible: es cuestión de voluntad, ganas y coraje, porque mucha gente no está dispuesta a asumir riesgos.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
Empezamos enfrentando trabas de grandes competidores del mercado a quienes no les agradan las nuevas competencias, aunque sean totalmente legales. Nos pusieron palos en la rueda con denuncias y demandas falsas: por plagio de planos, por propiedad intelectual, lagunas o cercanía con el puente. Fueron verdaderas aberraciones jurídicas que uno no podía imaginar, y que hasta hoy seguimos batallando. Es increíble lo que nuestro poder judicial es capaz de admitir. En primera instancia el sistema es más vulnerable, aunque en segunda y tercera es más serio, pero la realidad es que la seguridad jurídica en el país es muy frágil.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
Nuestro mayor éxito es que siempre entregamos más de lo que prometemos y cumplimos en todo lo que nos comprometemos. Procuramos hacer todo con nuestra gente, recursos y máquinas propias. En las ventas tenemos una lista de precios fija y transparente, nunca según la cara del cliente. Buscamos que todo salga rápido, cumpliendo como mínimo lo prometido y, si es posible, superándolo. Un cliente feliz trae otro cliente; uno infeliz, te espanta a diez.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
Que tengan las ganas de hacer lo que quieren y que no tengan miedo. Todo lo que uno se propone puede lograrse si no se pierde la voluntad en el camino. Los obstáculos son normales; lo importante es seguir peleando. Hay que correr riesgos, pero con seguridad: lo barato sale caro. Si los números en el Excel son solo buenos, no lo hagas; si son muy buenos, adelante, será un buen negocio. Siempre hay que tener un margen de protección porque en la práctica las cuentas no salen exactas. Analizar el mercado, consultar con gente más experimentada, buscar información y animarse a actuar. Aunque el proceso pueda llevar años, los resultados llegan. Y si surgen trabas o ataques, hay que mantenerse firme, sin desesperarse, y seguir con la verdad.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
Es un mix, porque dentro de todo Paraguay sigue siendo un país muy amigable, incluso mejor que otros. Sin embargo, para cualquier desarrollo, nuevo emprendimiento o inversión extranjera, el sistema jurídico genera muchas dudas y es necesario mejorarlo. Si uno no tiene buenos contactos o respaldo para afrontar estas situaciones, no es fácil llevar adelante los proyectos.
Insto a que se mejore nuestro sistema jurídico si realmente queremos mantener el grado de inversión que tenemos. Hoy es muy vulnerable y, sinceramente, una vergüenza. Como paraguayo, tengo la voluntad de seguir desarrollando en mi país y no me van a sacar; me encanta vivir y trabajar aquí. Pero sería muy positivo reforzar estos aspectos para que Paraguay pueda avanzar a pasos agigantados.
¿Cómo evalúa el entorno fiscal y financiero para proyectos en Paraguay?
Tenemos la ventaja de que los impuestos siguen siendo bajos: renta e inmobiliario son reducidos y aún hay muchos incentivos fiscales. Sin embargo, en Paraguay no existe el project finance. Los bancos difícilmente financian solo con un proyecto; piden ventas cerradas, clientes contratados o un proyecto ya en funcionamiento para descontar esos contratos. Esto complica el acceso a préstamos para este tipo de desarrollos.
Mucha gente tiene grandes ideas, pero es difícil conseguir socios financieros, sean bancos o capitalistas. Por eso, muchas veces hay que lanzarse, moverse, vender y hacerlo sobre la marcha. Y, como dice el dicho, que el cuero salga la correa: en el camino podrá aparecer algún banco o socio que apoye cuando el proyecto ya sea más tangible.
El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
No soy la persona indicada para decirlo, porque nunca terminé ninguna de las carreras que seguí. Para mí, lo más importante es la voluntad, saber elegir bien a la gente que te acompaña y tener las garras para hacer las cosas. Terminar una carrera es valioso y representa una realización personal, pero no es un requisito para emprender. Hay grandes empresarios que nunca se graduaron.
No digo que no estudien, pero sí que la misma energía que se dedica a terminar una carrera hay que ponerla en hacer que el negocio funcione. Un emprendimiento es como un bebé: primero gatea, después camina, se cae, se levanta… y así crece. Los negocios realmente sólidos pueden tardar 8, 10 o más años en consolidarse. Mientras tanto, hay que reinvertir entre el 90% y el 95% de las utilidades en la empresa y evitar gastos improductivos, hasta que esté firme y no dependa de la suerte para sostenerse
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
Sí, hay estrés, no te voy a mentir, pero no me molesta porque me gusta lo que hago. A veces es financiero, otras veces judicial, pero siempre agradezco que sea por temas empresariales y no por problemas de salud, pérdidas o conflictos familiares. Ese tipo de situaciones no se solucionan con dinero. Para mí, todo lo que pueda resolverse con plata no es realmente un estrés.
¿Alguna frase que lo defina?
Hay una música que dice que todo parece fácil una vez que ya está hecho. Todo pasa, todo tiene su proceso, y no todo es fácil. Pero si te gusta lo que hacés, tenés que hacerlo, porque cuanto más te gusta, menos complicado parece todo. Lo importante es que disfrutes lo que haces o en lo que te embarcás.
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