Según el representante gremial, los productores de melones de La Colmena están experimentando un crecimiento este año, con una superficie de cultivo que, en conjunto, abarca un aproximado de 4 hectáreas. Esta región se especializó en el cultivo de melón taiwanés, variedad reconocida por su dulzor y su gran tamaño, por lo que es muy apreciada en el mercado local.
“Aunque algunos productores enfrentaron problemas con plagas como orugas y hongos, en general la oferta de melones fue abundante”, señaló Acuña. Con precios que oscilan entre G. 5.000 y G. 10.000 por fruta, los melones de La Colmena lograron captar la atención de los consumidores por su calidad y accesibilidad.
Nuevamente el clima jugó un papel determinante en la producción de frutas en la región. Según Acuña “las temperaturas fluctuantes y la falta de un invierno consistente han afectado negativamente el desarrollo de cultivos como la uva, la ciruela y el durazno”. La uva, en particular, experimentó una maduración tardía, lo que redujo su oferta en un 50% respecto a años anteriores. En contraste, el melón logró sortear parcialmente estas adversidades.
En La Colmena, los agricultores adoptaron la diversificación como una estrategia para enfrentar los retos climáticos y económicos. Muchos productores combinan el cultivo de melones con otras frutas y hortalizas para garantizar una fuente de ingresos más estable.
Sin embargo, la falta de incentivos gubernamentales en el área de fruticultura representa un obstáculo para el desarrollo del sector. “Nunca hemos recibido apoyo del MAG en cuanto a experimentación o desarrollo de nuevas variedades. Todo el conocimiento que tenemos proviene de nuestras propias experiencias y del intercambio con productores de Brasil”, indicó Acuña.
Uno de los mayores desafíos para los agricultores, tanto de La Colmena como del resto del país, es el contrabando de frutas y hortalizas, que afecta a los precios locales y limita las ganancias de los productores. Acuña hizo un llamado al Gobierno para reforzar los controles fronterizos y fomentar la trazabilidad en la producción local, lo que podría abrir nuevas oportunidades de comercialización directa y fortalecer la economía de la región.
A pesar de los desafíos, Acuña se muestra optimista sobre el futuro de la producción de melones y frutas en La Colmena. Con un enfoque en la adaptación climática, el uso de tecnologías como sistemas de riego y hormonas para el brote, y una mayor organización entre los productores, el sector está preparado para seguir creciendo. “Esperamos que el próximo año el clima se normalice y podamos aumentar nuestra producción. Mientras tanto, continuaremos trabajando juntos para superar los obstáculos”, concluyó.