¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Inicié mi camino profesional desde muy joven, en el ámbito cooperativo y académico. Soy licenciado en Ciencias Contables y doctor en Administración de Empresas, egresado de la Universidad Católica. Durante más de 40 años fui docente universitario, lo que me permitió no solo formar personas, sino también aprender de las nuevas generaciones. Mi incursión en el sector asegurador fue un paso natural, dado mi compromiso con la economía social y la gestión estratégica. Con el tiempo, asumí desafíos en entidades públicas y privadas, hasta formar parte del Directorio de Panal Seguros, una compañía con profundo arraigo cooperativo y visión de futuro.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
Como todo emprendedor o líder empresarial, enfrenté múltiples desafíos: desde la resistencia al cambio hasta las limitaciones estructurales del entorno económico. Uno de los principales obstáculos ha sido impulsar una transformación cultural dentro de organizaciones tradicionales. Adaptarse a nuevas tecnologías, lograr una gestión más dinámica y enfocada en el cliente, y mantener el talento humano motivado en tiempos difíciles han sido tareas complejas, pero enriquecedoras.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
Mi mayor éxito ha sido un proceso de consolidación y crecimiento sostenible en Panal Seguros y otras empresas. Hemos logrado posicionarnos como una aseguradora sólida, cercana al cliente y alineada con los valores cooperativos. La fidelización de nuestros asegurados, la expansión de nuestra cartera y el compromiso de nuestro equipo son logros que valoro profundamente. Pero, más allá de los números, creo que el verdadero éxito es haber contribuido a que más paraguayos comprendan el valor de estar asegurados.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
Me hubiera gustado que alguien me dijera, con claridad, que el mundo empresarial no es solo estrategia y planificación: es empatía, es adaptabilidad y, sobre todo, es servicio. A los jóvenes empresarios les diría que el verdadero crecimiento se da cuando uno comprende que cada desafío es una oportunidad para mejorar; que hay que saber escuchar, y no dar órdenes, sino acompañar procesos.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
El Estado puede y debe ser un aliado. No obstante, muchas veces la falta de agilidad lo convierte en un freno para el desarrollo. Lo que yo reclamo como empresario es previsibilidad, un marco regulatorio claro, inversión real en capital humano e infraestructura, y un acompañamiento que permita que las empresas puedan crecer sin trabas. Un país competitivo necesita instituciones fuertes, transparencia y políticas a largo plazo.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
El empresario paraguayo es resiliente, trabajador y con una gran capacidad de adaptación. En condiciones muchas veces desfavorables, ha sabido crear y sostener empresas que generan empleo y dinamizan la economía. Como aspecto a mejorar, creo que aún debemos trabajar más en la profesionalización de la gestión, la cultura de planificación, la innovación tecnológica y la visión global.
¿El empresario actual debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
Sí, absolutamente. Si bien la experiencia es valiosa, la formación académica brinda herramientas que permiten gestionar con mayor eficiencia y tomar decisiones informadas para consolidar a las empresas. Hoy más que nunca, el empresario debe entender de finanzas, marketing, tecnología y comportamiento humano. No basta con tener una buena idea; hay que saber ejecutarla.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
Uno de los libros que considero fundamentales es El arte de la guerra, de Sun Tzu. Aunque parezca alejado del mundo de los negocios, sus enseñanzas sobre estrategia, liderazgo y anticipación son totalmente aplicables al entorno empresarial. También recomiendo una obra contemporánea como Good to Great, de Jim Collins, que analiza por qué algunas empresas trascienden y otras no.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
Escuchar, formar y dar propósito. Las personas no se motivan solo con salario, sino con sentido. Hay que generar un entorno en el que el equipo se sienta valorado, donde cada integrante sepa que su aporte es importante. Además, es clave invertir en capacitación, reconocer los logros y fomentar un clima de confianza. La motivación no es un acto aislado, es una cultura organizacional.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
Con equilibrio. Aprendí que el estrés mal gestionado perjudica no solo la salud, sino la capacidad de decisión. Me apoyo mucho en la planificación, en la delegación inteligente y en tener momentos de reflexión personal. La familia, la fe y el compromiso con una causa mayor me ayudan a mantener el enfoque. También es clave rodearse de personas capaces, con quienes uno pueda compartir la carga.
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