“Usamos prendas y somos consumidores de algodón, muchas veces cultivados en el exterior. La cooperativa apuesta hoy a un cultivo que se pueda plantar en la región y darle, por qué no, un valor agregado más adelante. En este caso el desmote es el primer paso”, afirmó Ronald Reimer, presidente de la cooperativa.
La nueva planta desmotadora es de las más modernas en su tipo, informatizada, y requirió una inversión superior a US$ 12 millones en su primera etapa. Las maquinarias principales son de fabricación india, en tanto que las complementarias provienen del Mercosur, EE.UU. y de Europa.
“Vamos a aumentar la capacidad de desmote. Cuando una industria se automatiza más necesita menos mano de obra directa en la planta, pero estamos generando entre 50 y 100 empleos directos, a los que hay que sumar que al intensificar la producción en las fincas se genera mucha mano de obra indirecta”, agregó Reimer.
En la presentación de la planta estuvieron presentes, además del presidente de la cooperativa Florian Reimer, gerente general, y Oliver Wiebe, gerente de la Planta Algodonera Chortitzer, quienes complementaron las explicaciones del titular.
La planta algodonera está situada en un predio de 100 hectáreas, a 14 km de Loma Plata y a 18 km de la ruta bioceánica, en una zona industrial estratégicamente ubicada para el acopio y comercialización de la materia prima. Demandó una inversión de más de US$ 12 millones en la primera etapa. Las maquinarias son de origen indio y las complementaria provienen del Mercosur, EE.UU. y de Europa.
La construcción insumió un movimiento de suelo de alrededor de 100.000 m3, incluyendo la preparación de la planta y el drenaje de agua. La superficie construida es de unos 10.000 m2, que alberga tres galpones principales: uno para la sala de máquinas, otro para almacenar 9.000 toneladas de semillas, y el restante para almacenamiento y embarque de productos terminados.
La capacidad máxima de producción es de 60 fardos por hora de algodón de primera calidad, unas 900 toneladas en rama por día, lo que significa 11 contenedores de fibra “que exportamos directamente al mundo”, y unas 14 cargas de semillas diarias.
“Poseemos una reserva de agua compartida con el frigorífico de 150.000 m3 con su respectiva área de captación del líquido que supera las 50 hectáreas. Estimamos que podemos trabajar con eso tranquilamente todo el año; la planta en sí no necesita mucha agua, pero tenemos la caldera para producir vapor y precisamos 5.000 litros por día de uso constante”, dijo.
El 98% de la producción se exportó, aunque la demanda local está empezando a subir. “Exportamos más a países asiáticos, Vietnam, Bangladesh, Indonesia, que usan la fibra para la fabricación de telas”, explicó el ejecutivo. Otros destinos de la fibra son Alemania y Turquía.
La semilla se vende actualmente como forraje, aunque el proyecto de la cooperativa es instalar una aceitera a mediano plazo. “Y más adelante se podría agregar una hilandería y después una industria textil para darle valor agregado”, adelantó Reimer.
Pero hay más buenas noticias. El titular de la cooperativa informó que hay extranjeros interesados en la producción algodonera en el Chaco, en tanto que Chortitzer planea complementar, más acá en el tiempo, el algodón con otros rubros como el sector lácteo y el ganadero. “En el Chaco hay que tener más rubros, diversificar”, remarcó.
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