¿Qué lo impulsó a convertirse en armador fluvial?
Empecé a trabajar demasiado temprano por necesidades de la vida. A los 12 años, saliendo de la escuela primaria ya me tocó trabajar. Aprendí lo que es la calle, el sacrificio, el esfuerzo, tener que trabajar y estudiar a la vez. Empecé a trabajar en el rubro del transporte fluvial en 1983 contratado por una empresa no muy grande donde me tocó hacer de todo, prácticamente.
En 1990, quien era mi jefe y yo decidimos lanzarnos por nuestra cuenta, con pequeñas embarcaciones transportando algodón a los puertos de Argentina. Hicimos eso hasta que aparecieron otras oportunidades de vincularnos con la importación de combustible. Eso nos llevó a tener una empresa bastante importante en los años 2003, 2004, 2005, que también empezó tímidamente.
Nuestra idea era construir algunas embarcaciones para la flota de la empresa, pero desde el principio tratamos de mirar eso como un proyecto, no a corto plazo sino como un proyecto modular que pudiera ir creciendo. Buscamos que la empresa creciera en forma más acelerada y eso nos impulsó a desarrollar nuestra propia industria naval y formamos el astillero que tenemos hoy y que se convirtió en uno de los principales del país que incluso trabaja las 24 horas del día, con sus diques, sus varaderos para atender las necesidades de reparación de toda la flota que tiene Paraguay, que es la tercera flota de barcazas fluviales en el mundo.
¿Qué obstáculos enfrenta en Paraguay quien opta por una carrera empresarial?
El límite que un empresario puede tener para desarrollarse en Paraguay es la propia creatividad, la voluntad y la decisión de hacer bien las cosas. Más allá de eso tenemos una economía sencilla, un sistema fiscal sencillo, un sistema laboral sencillo. Este país tiene todo para que uno pueda, con un poco de creatividad y esfuerzo, salir adelante. Por supuesto que hay dificultades, todo el tiempo, pero son jalones en la cadena que uno tiene que enfrentar en cualquier lugar del mundo, acá no existen más dificultades que en cualquier otro país pero sí hay muchísimas oportunidades. No veo algo que pudiera mencionar que haya sido un obstáculo muy complicado.
Pero debe haber algún aspecto que usted desearía mejorar.
Paraguay se mueve en dos mundos distintos. Uno es el político, donde hay peleas todo el tiempo. No es como en la perinola donde todos pueden ganar. Acá es ganar y hacer perder al otro, ese es el estilo de nuestros políticos, quienes generan mucha turbulencia todo el tiempo. Pero existe otro mundo, el de la gente que trabaja, produce y sale adelante por sí misma y para sí. Y la sumatoria de esos esfuerzos individuales productivos hace que este país tenga una economía muy favorable. Yo creo que ese es el país que hace que las cosas valgan la pena.
¿Cuál cree que es la percepción que se tiene en el exterior de Paraguay como lugar para invertir?
Invest in Paraguay mostró cómo nos ve la gente del exterior, que es una visión distinta a la que algunos tienen en el país y a la de los políticos cuando hablamos de hacer realmente las cosas. Los políticos gastan el tiempo peleándose entre ellos por más poder o por más espacio político. El otro país por suerte sigue adelante sin ellos.
Usted tiene décadas de actividad empresarial ¿qué cosas cambiaron en la manera de hacer negocios?
Sin duda las redes sociales ayudan muchísimo a quien las usa positiva y productivamente. Hoy puedo estar en contacto con empresas de China, y cuento con herramientas que me resuelven determinadas cuestiones en forma inmediata, acelerada y con decisiones que no llevan tiempo. Ese es uno de los factores que ayudó muchísimo a que el desarrollo de la economía de cualquier país del mundo sea mucho más simple.
Después, uno tiene la información en la palma de la mano en el momento preciso en que la información está siendo generada. Todo eso hace que sea una herramienta, una palanca muy importante para quien se interesa en las cosas productivas.