En este sentido, es muy importante entender por qué existe una preocupación en cuanto a lo que estamos transmitiendo con respecto a la mujer y la problemática de la desigualdad. No podemos ignorar que los estereotipos de género son una de las múltiples causas de la violencia contra las mujeres. Un dato clave para detenernos a pensar sobre nuestro día a día y lo que estamos haciendo y creando.
Ahora, si bien hoy en día existe una intención comercial de apostar a construir marcas más plurales y diversas, todavía nos quedamos cortos con propuestas tibias que no hacen el quiebre más allá de lo superficial. Poner a un papá cocinando no debería ser la opción “distinta e inclusiva”, deberíamos profundizar mucho más y no conformarnos con mensajes que siguen perpetuando desigualdades. Cada pieza cuenta.
Nuestro desafío como agencias hoy debería ser la autocrítica sobre cada material y cada mensaje que creamos, reproducimos y observamos constantemente.
Cortar con la inercia de replicar los mismos mensajes de siempre, aprender de los errores y proponer nuevas formas de contenidos mucho más incluyentes, sin dejar la creatividad y la innovación de lado. Esto si queremos realmente hacer un cambio positivo, no solo en el mundo sino también en nuestras marcas, evolucionar sobre cuestiones humanas es una parte fundamental de este trabajo.
Ya no hay vuelta atrás, tenemos que seguir re-aprendiendo cosas, en primer lugar capacitarnos en temas de género, promover la diversidad mediante una participación diversa e igualitaria en los equipos de las agencias, especialmente en espacios de toma de decisión, y lo ideal: adoptar una actitud mucho más proactiva en cuanto a temas sobre derechos humanos y género en los contenidos de nuestros trabajos.
Comunicar con equidad de género es una responsabilidad y se debe asumir como un compromiso entre todos.