Junto a ellas, también participó la diseñadora Camila Orué, fundadora de la marca Ancestral, reconocida por promover el slow fashion y la producción ética. Su propuesta colaborativa integra técnicas artesanales tradicionales paraguayas con diseño contemporáneo, en una búsqueda por rescatar la identidad cultural y fortalecer el vínculo entre las comunidades artesanales y la moda.
En esta charla, se abordaron las múltiples dimensiones de la moda: desde la experimentación artística y su proyección internacional, hasta la sostenibilidad, la identidad y la colaboración interdisciplinaria.
Desde la mirada de Fredi Casco, director artístico de la Fundación Texo, con esta edición especial pretende exponer que “la moda no es solo una cuestión estética o de tendencias, sino un lenguaje cargado de significados. A través de cómo nos vestimos, comunicamos identidades, pertenencias, y memorias. En Paraguay, la moda también habla de nuestra historia, de nuestras culturas, de las tensiones entre lo urbano y lo rural. Nos interesa explorar cómo ese lenguaje se construye y se resignifica constantemente”.
La propuesta se extiende más allá de las entrevistas. Las obras de las artistas invitadas permanecerán expuestas durante toda la semana en los horarios habituales de apertura de la Fundación Texo, hasta el sábado inclusive. Esta decisión responde a una intención clara: permitir que más personas accedan a las instalaciones, recorran los espacios, interactúen con las piezas y profundicen en los temas que propone el ciclo.
“Las obras no solo están disponibles más días, sino que dialogan con otras exposiciones actualmente en sala. Es decir, el visitante va a tener una experiencia rica y variada”, detalló Casco.
Según Casco, la moda es un fenómeno cultural, político y simbólico. Lejos de una mirada superficial o únicamente estética. “La moda refleja lo que una sociedad valora o desea. Pero no solo refleja, también moldea. Impone ciertas nociones de belleza, de género, de clase. Es una construcción cultural que, al repetirse y circular, contribuye a formar imaginarios colectivos”, expresó.
En este sentido, las indumentarias dejan de ser objetos para convertirse en dispositivos simbólicos que condensan tensiones sociales, debates ideológicos y dinámicas históricas. El cuerpo, vestido o desvestido, funciona como soporte de múltiples narrativas.
Desde la óptica de Casco, la moda a parte de imponer presencia sirve de herramienta social. “La moda puede ser un acto político y un espacio de resistencia muy potente”, indicó.
Ya no se trata solo de alta costura o tendencias de temporada. La moda también se expresa en los márgenes, en la calle, en las colectividades disidentes. Cada elección estética puede ser, en ese marco, una declaración de principios.
Respecto a la digitalización, las redes sociales transformaron radicalmente la forma en que la moda se produce, circula y se interpreta. “Aunque la palabra “democratización” resulta problemática y ambigua, podemos sugerir que las redes sociales democratizaron en parte el acceso a la moda y permitió que se visibilicen estilos y voces antes marginadas. Son herramientas y lenguajes que fluyen cómodamente en el marco de las prácticas culturales actuales, marcadas por el mercado”, manifestó.