Durante su campaña como candidato a la presidencia, Donald Trump basó gran parte de su discurso en la promesa de restaurar la grandeza económica de Estados Unidos mediante una política comercial agresiva y nacionalista. Estas no fueron solo promesas de campaña: en febrero de este año, ya como presidente, impuso aranceles a productos provenientes de China, México y Canadá. Esta medida marcó el primer paso en una escalada de tensiones comerciales que se intensificaron con el correr de los meses.
El 2 de abril de 2025, Trump proclamó el Día de la Liberación y anunció un nuevo régimen arancelario que imponía una tasa base del 10 % a la mayoría de los socios comerciales de Estados Unidos, incluyendo a Paraguay. Sin embargo, el 9 de abril, ante la presión de inversores y socios comerciales, anunció la suspensión por 90 días en la aplicación de estos aranceles para los países que no habían tomado represalias comerciales contra Estados Unidos y que buscaron una solución negociada.
Estas medidas tuvieron un impacto inmediato en los mercados financieros y en el comportamiento del dólar. En el caso de Paraguay, la moneda estadounidense se fortaleció frente al guaraní, impulsada por las tensiones comerciales y la creciente volatilidad internacional. No obstante, aunque esta fue la reacción más visible en el corto plazo, economistas locales no prevén un impacto significativo en el comercio exterior del país, tanto con Estados Unidos como con China.
“Tenemos comercio con Estados Unidos, especialmente en carne y azúcar, que podrían tener algunos embates, pero nada estructural”, sostuvo Jorge Garicoche, economista de la consultora Mentu.
Este escenario global llevó a un ajuste en las proyecciones de crecimiento por parte de los organismos multilaterales. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que la economía mundial se desacelerará, pasando de un crecimiento del 3,3% en 2024 al 2,8% en 2025. Por su parte, el Banco Mundial proyecta que América Latina y el Caribe crecerán un 2,1% en 2025 y un 2,4% en 2026. Ambos organismos advirtieron que la baja inversión, el elevado endeudamiento y un entorno externo cada vez más incierto representan desafíos para el desarrollo sostenido de la región.
En ese sentido, Garicoche advirtió que “sí habrá una mayor complicación desde el punto de vista del crecimiento mundial. Un menor crecimiento podría generar una reducción de la capacidad de compra, que repercutirá en las exportaciones”.
Para Carlos Mateo Balmelli, analista político, las medidas arancelarias van a contracorriente de la realidad económica regional. Estas decisiones podrían tener efectos inflacionarios a nivel global, debilitar la influencia del dólar y fomentar un orden económico más fragmentado, donde las potencias tienden a consolidar zonas de influencia propias.
“En los últimos 30 años, Estados Unidos perdió esa hegemonía y, hoy en día, esta es compartida con China continental. Estados Unidos representa el 24% del PIB mundial y China, el 21%”, dijo Balmelli.
Para Paraguay, sin embargo, Balmelli indicó que el impacto directo de estas tensiones es limitado debido al tamaño de la economía y su escasa integración con el mercado estadounidense. El mayor riesgo provendría de una posible recesión global, que afectaría directamente los precios de los commodities, principal motor de las exportaciones nacionales: soja, carne, trigo, arroz, entre otros. Una caída en los precios internacionales de estos productos, como ya ha ocurrido con el petróleo, podría afectar la balanza comercial del país.
¿Qué se viene?
Balmelli afirmó que estas medidas adoptadas por Trump no parecen sostenibles en el largo plazo. Han generado tensiones y exacerbado la competencia económica global, pero carecen de una salida estructurada.
El analista consideró que, en la agenda internacional de Estados Unidos, América del Sur prácticamente no figura como prioridad. Los focos de su política exterior se concentran, en primer lugar, en la competencia con China continental; en segundo lugar, en los conflictos en Medio Oriente; y, en tercer lugar, en la guerra en Ucrania. En este contexto, la región sudamericana permanece al margen de las grandes decisiones geopolíticas.
No obstante, este nuevo orden global también representa una oportunidad. En un contexto donde los inversionistas buscan cada vez más proyectos en la economía real, frente a la volatilidad del sector financiero, Paraguay podría posicionarse como un destino atractivo para inversiones en sectores estratégicos como las energías renovables.