En el mercado se pueden encontrar nombres ocurrentes y también aquellos en los que pareciera que no se puso mucho esfuerzo, o que ni siquiera se nombra. Claro que es importante tener una buena idea de negocio, pero también un buen nombre. A veces el éxito es tal, que el nombre de la marca termina siendo la forma de nombrar al producto de forma genérica, como sucede con Toddy (la bebida en polvo), Virulana (estropajo de aluminio para limpiar), Aspirina (ácido acetilsalicílico), Blindex (vidrio laminado) Birome (bolígrafo).
“El nombre es el eje central de la identidad de una marca, es su presentación, lo más visto, lo que más se escucha; tiene que transmitir ciertos atributos que la identifiquen, que transmita sus valores, su esencia y, finalmente, que le haga vender”, afirmó Alicia Islas, directora general creativa de Ojo de Pez.
Para Juanma Cabarcos, fundador y director de Brandon, la identidad de un proyecto siempre es importante “porque nos ayuda a que nos reconozcan fácilmente, a diferenciarnos, a transmitir mejor nuestra propuesta de valor; el nombre y el logo son como la cara, no definen quién sos pero sirven para que te reconozcan cuando te quieren volver a encontrar, cuando estás empezando a construir una identidad en el mercado”.
Se dice que las primeras impresiones son aquellas que marcan a uno y muchas veces ayudan a tomar decisiones, con lo que Laura Piñeiro, propietaria y directora de Piñeiro Brand Atelier, está de acuerdo. “El nombre de una marca es súper importante porque te adelanta de qué se trata el producto, lo que va a ofrecer; y tiene que ser relevante para que la gente recuerde desde el nombre, desde la primera impresión”, dijo.
Lo ideal es que el nombre tenga originalidad, simplicidad, coherencia, que sea fácil de pronunciar. Depende también del contexto del mercado al que se dirige la marca para optar por una denominación en castellano, guaraní o inglés.
“Puede haber palabras, por ejemplo, en inglés que en español se lee de otra forma. Son consideraciones que hay que tener en cuenta”, agregó Islas, mientras que Piñeiro explicó que si el público objetivo es el paraguayo, un nombre en guaraní puede ser adecuado, aunque lo más importante es que sea corto y fácil de pronunciar.
Cabarcos opinó que el nombre de la marca tiene una función hacia adentro y otra hacia afuera. “Hacia adentro para que los fundadores, directores y colaboradores lo manejen como un símbolo que les haga recordar la cultura, de por qué hacemos lo que hacemos; y hacia afuera cumple el rol de posicionarnos, que la gente sepa quiénes somos”.
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¿Cuánto invertir en el desarrollo del nombre? El experto indicó que el rubro define qué tanto se debe invertir en la identidad de la marca. Cuando es una marca de consumo masivo se necesita más inversión de energía y recursos, en tanto que si es corporativa la inyección podría ser menor.
Lo que está fuera de discusión, según los especialistas, es que es más recomendable recurrir a los servicios de profesionales en la materia a la hora de elegir cómo llamar a la marca. “No tiene que ser un nombre que te guste nomás sino que se debe hacer una investigación de la competencia o de marcas similares en otros mercados, en otros países. Incluso hay que ver si está registrado o no en Dinapi. Y cada idea que se propone tiene que tener un racional, una historia detrás, no sólo sonar bien”, expuso Islas.
Cabarcos destacó que se debe entender que las identidades son entes vivos y saber que así como es importante tener una identidad integral también lo es que esta se revise cada tanto para saber cómo está la salud marcaria, cómo envejeció, cuál es la percepción del mercado.
Otro aspecto que destacaron los especialistas es que no se trata solamente de que el nombre de la marca sea el apropiado sino que el producto que se ofrece debe ser todo lo que promete. “El nombre siempre tiene que estar acompañado de la calidad del producto”, resaltó Piñeiro.