¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Me gradué como abogado en la universidad, pero siempre supe que mi actividad iba a ser la comercial. En mi época de estudiante viajé mucho al interior llevando mercaderías, una pequeña actividad que tenía papá. Después me dediqué a la actividad industrial haciendo artefactos de iluminación. Finalmente, con mi socio Gustavo Volpe, abrimos Luminotecnia y nos fuimos desarrollando. Más tarde él se quedó con Caños Titán y yo con Luminotecnia.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
Nada especial. Paraguay es un país que brinda muchísimas oportunidades para desarrollarse. Creo que no hay muchos lugares en el mundo donde hubo y sigue habiendo oportunidades como en Paraguay. A partir de la caída de Stroessner, la mayor transformación se dio en el sector empresarial. Antes las empresas que tenían éxito, entre comillas, estaban muy apalancadas por los políticos.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
Yo cuestiono esa palabra porque el éxito implica pasado, y mi propuesta es la mejora continua. Lo más destacado que yo hice en mi vida fue haber consolidado una empresa que es Luminotecnia, formada con la idea de ser una corporación, que tenía que funcionar sin su fundador. Siempre pensé que la obligación de un emprendedor es convertir un emprendimiento en una empresa y que la empresa funcione sola. Luminotecnia es una de las firmas con mayor nivel de corporación en Paraguay porque puede ser manejada por profesionales, no por familiares.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
Los consejos no son útiles, las ideas lo son. A mí no me gustaba mucho recibir consejos. Yo quería probar, como la mayoría de los emprendedores, porque el emprendedor es una persona que ve diferente, que no le tiene miedo al fracaso, posee buen nivel de liderazgo, la gente le sigue, le gusta arriesgar.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
Creo que no es un aliado del empresario honesto, sino del que busca sacar beneficio del Estado. En Paraguay el sector empresarial es muy poderoso en proporción al tamaño del país, pero el Estado es muy injusto porque está al servicio de gente que se beneficia con él, y lo ideal sería que el Estado, que es un cliente muy importante, le dé oportunidad de desarrollo al empresariado en general y no solamente a los amigos.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
El empresario paraguayo tiene la gran virtud de sobrevivir en malas condiciones, así como el paraguayo en general. Estamos acostumbrados a ser pobres, a vivir sin mayores recursos.
Y creo que el peor déficit es la poca exigencia del mercado, que no le obliga a esmerarse por tener una mejor gestión. No hacemos el esfuerzo por hacer mejores productos, por ser más competitivos.
El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
No, no es una condición, no se estudia para ser emprendedor; es mucho más importante la actitud que la educación. Las colonias menonitas, por ejemplo, no están basadas en una gran formación. Los menonitas no estudiaron en las mejores universidades del mundo. Lo que tienen es una vocación de trabajo y de corporación, de trabajar juntos. Ese es un ejemplo de lo que se puede hacer en Paraguay. Lo que sí falta es una mejor formación del trabajador paraguayo y nosotros debemos darle la oportunidad de mejorar.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
No quiero ser como las misses que dicen que leyeron a Roa Bastos. Me baso más en las ganas de hacer las cosas, en la fuerza, sobre todo en la fuerza interior.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
Para mí el liderazgo es honestidad, es transparencia, es lógica, es -sobre todo- coherencia. Para tener un verdadero liderazgo, algo que les sirva a todos, es fundamental ser coherente. Esa es la condición básica, y yo toda mi vida traté de ser coherente.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
No tengo que lidiar con nada, porque yo hago solamente las cosas que me gustan. Hay palabras que en mi diccionario están borradas, como por ejemplo el sacrificio. Yo no creo que nadie se haya sacrificado por nadie. Todos hacemos lo que nos gusta, y quien no hace lo que le gusta es una persona muy pobre. Toda mi vida hice lo que me gustaba, corrí riesgos, salieron bien algunas cosas, mal otras, pero yo no lidié con nada. El mundo es hermoso y encarando la vida con optimismo las cosas van a salir bien.