Edith Weinroth es mecánica de aviones. A pesar de ser considerada una profesión para hombres, con esfuerzo y perseverancia, Edith logró cambiar esa mentalidad y demostró que las mujeres son aptas para cualquier tipo de trabajo.
Nuestra protagonista de hoy es oriunda de Areguá, capital del departamento central, esa ciudad famosa por sus cultivos de la frutilla y su artesanía en cerámica. Desde pequeña, Edith sintió interés por la mecánica, tal vez influenciada por los constantes juguetes de “autitos” que recibía de su padre.
Su pasión fue fortaleciéndose con el paso de los años, y ya de adulta intentó estudiar mecánica de tractores en una escuela agrícola de Caacupé. Pero eran los años 80, tiempos difíciles en donde aún prevalecía el machismo en ese entorno, lo que derivó en que la rechazaran en la institución por su sexo.
Pero todo cambió cuando una tarde mientras observaba televisión. Edith vio un anuncio de la Escuela Adrián Jara, que promocionaba un curso de Mecánica de Aviación, que presintió era una señal.
A pesar del rechazo en su primer intento de formarse como mecánica, no dudó en acercarse a la casa de estudios para inscribirse. Al llegar al lugar le dijeron que nunca antes una mujer se había presentado al curso, por lo que le ofrecieron primero estudiar la carrera de pilotaje, pero Edith sabía que su futuro era la mecánica.
Bajo observación del director y con la condición de que si llegaba a terminar el curso iban a admitir a más mujeres en la escuela, Edith, con esa presión en la espalda, demostró estar capacitada para todo y con esfuerzo y determinación, concluyó el curso, siendo la primera mujer paraguaya en graduarse como Técnica de Mantenimiento de Aeronaves de la Escuela Adrián Jara.
No satisfecha con ese hito, más tarde viajó a los Estados Unidos para seguir con sus estudios de mecánica en la Escuela Miramar de San Diego, California. Allí también fue la única mujer en el curso, obteniendo el título de Técnica en Airframe & Powerplant.
Al retornar a Paraguay, sus primeros años fueron muy difíciles, porque todavía el trabajo era considerado como exclusivo para hombres. Recuerda que un día, el Profesor Eliseo González, la invitó a conocer el hangar en donde trabajaba ofreciéndole el puesto de ayudante. Mientras aprendía de su maestro dedicaba sus tiempos libres a lavar aviones por la suma de G. 5.000. Luego probó suerte en la Fuerza Aérea Paraguaya como Técnico de Motores de Helicópteros, pero la unidad encargada de impartir ese curso la había rechazado alegando que aún no estaban preparados para recibir mujeres.
La joven Edith no se rindió, golpeó puerta a puerta en busca de oportunidades y finalmente, en 1990, terminó ingresado a la entonces Líneas Áreas Paraguayas (LAP). Ahí, el Jefe de Mantenimiento la puso a prueba por un mes sin sueldo, para que demostrara que podía tolerar el duro trabajo y las presiones de sus compañeros varones. Nada de esto fue problema para Edith, al mes siguiente ya estaba trabajando como Técnico en Presurización en la línea aérea nacional del Paraguay.
A pesar de que aún hoy en día esta profesión es relacionada principalmente con hombres, Edith recuerda que sus compañeros de LAP eran excelentes personas y siempre estaban dispuestos a ayudarla.
Luego de ganar experiencias como mecánica trabajando para LAP, emigró a los Estados Unidos para ejercer su profesión. Su primer trabajo en Norteamérica fue en la empresa TIMCO, con sede en California, que prestaba servicios de mantenimientos a diferentes compañías aéreas. En San Diego, también trabajando para la TIMCO, estuvo encargada del mantenimiento de aviones de United Airlines, hoy la segunda línea aérea más grande del mundo.
Con casi 30 años de experiencia, Edith no tiene pensado alejarse de la aviación. Hoy trabaja para la empresa General Atomics, que se encarga del mantenimiento de los drones del gobierno de los Estados Unidos. Aún no tiene planes definidos para el futuro, pero por ahora su intención es jubilarse en esta compañía.
Finalmente Edith Weinroth recomienda a aquellas personas que persiguen su sueño, que no se den por vencidos e inviertan en su formación, que serán tiempos difíciles pero que ese esfuerzo algún día dará frutos, como tampoco dejar de tocar puertas en busca de oportunidades, ya que siempre habrá trabajo como mecánico de aviones en el Paraguay y en el mundo.