Así también, médicos alergistas como la doctora Cinthia Pérez, resaltó que “el humo de los incendios puede afectar a cualquier persona, no solo a las personas con enfermedades de base, sino a las personas completamente sanas”. Esto se debe a que los compuestos volátiles generados en los incendios empeoran la calidad del aire inhalado, arriesgando no solo a la población más vulnerable (asmáticos, alérgicos, niños, embarazadas y adultos mayores) a exacerbaciones respiratorias y cardiovasculares.
Y frente a la humareda generada por incendios forestales y quema de materiales inorgánicos no un hay medidas de prevención completamente efectivas. El uso de mascarillas faciales no logra detener el paso de partículas extremadamente finas, por lo que se recomienda limitar al máximo la exposición al exterior en casos de padecer patologías respiratorias; de la misma forma, utilizar preferentemente mascarillas N95.
La SPN sugiere evitar la realización de actividad física al aire libre, en especial las de alta intensidad como ejercicios cardiovasculares, puesto que con esta actividad física se aumenta la demanda de aire del organismo, lo que resulta en una mayor inhalación de partículas nocivas.
Del mismo modo, se recomienda una buena hidratación, ya que las mucosas de las vías respiratorias y la humectación en los ojos puede verse afectada y disminuida por el humo. Síntomas como la irritación y picazón nasal, faríngea u ocular, dolores de cabeza y pecho, sensación de ahogo y fatiga, son comunes frente a estas situaciones y deben ser controlados.
Además de no exponerse a este peligro, la doctora Pérez recalcó que, para no agregar riesgo a las condiciones ya existentes, las personas con enfermedades respiratorias y cardiovasculares de base deben llevar un control adecuado. “Hay mucha gente que no tiene un plan de tratamiento. Es importante que tengan un plan que puedan realizar cuando empiezan a empeorar sus síntomas, y a su vez, si esto no está mejorando, deben consultar con un médico”, aconsejó.
Llamado a las autoridades
Esta sociedad médica, al igual que muchas otras sociedades civiles ambientales y de la salud, instan a las autoridades a tomar las medidas necesarias ante los miles de focos de incendio que perjudican gravemente a la biodiversidad y a la salud, no solo disminuyendo la biodiversidad y calidad de aire actualmente, sino a largo plazo para las futuras generaciones.
“La repercusión en cuanto a lo que es salud pública y epidemiología es (básicamente), que cuando hay una quema de regiones y una disminución de los árboles, hay una afectación del ecosistema, y al afectarse el ecosistema, probablemente eso repercutirá en otras enfermedades, y también los servicios de saneamiento pueden empeorar por el particulado”, concluyó la especialista.