La idea surgió a partir de su otra empresa, Rockstar, que necesitaba empaques y papelería pero enfrentaba la dificultad de acceder a materiales de calidad en cantidades pequeñas. Las opciones del mercado obligaban a producir miles de unidades, algo inalcanzable para negocios de menor escala, o por lo menos, uno que va iniciando. Además, la pandemia reforzó la necesidad de encontrar un modelo que pudiera gestionarse de forma más remota, con menos contacto físico.
Así, Babalu Print comenzó fabricando pequeños embalajes, adhesivos y productos personalizados, que en aquel momento eran tendencia. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que ese nicho estaba saturado y con márgenes muy ajustados. Fue entonces cuando decidieron redirigir sus esfuerzos hacia algo más específico que fue la producción de embalajes y etiquetas en tiradas cortas, pero con calidad profesional. “Nosotros siempre decimos que no vendemos el cartoncito ni el papelito, vendemos la solución para lo que los demás emprendedores necesiten”, explica Fernando.
Para lograrlo, invirtieron fuertemente en tecnología. Hoy cuentan con aproximadamente G. 500 millones en equipamiento, lo que les permite ofrecer a sus clientes pedidos de tan solo 100 o 150 unidades con la misma calidad que una impresión en gran escala. Esa capacidad los convirtió en aliados estratégicos para negocios que no pueden (o no quieren) encargar miles de piezas, pero sí buscan cuidar su presentación.
Su cartera de clientes es variada ya que va desde tiendas de ropa, joyerías, emprendimientos de regalos y decenas de pequeños negocios familiares, principalmente del interior del país. La propuesta de Babalu Print va más allá del producto físico. Fernando y Nathalie ofrecen asesoramiento, sugieren mejoras y proponen ideas para que la imagen de cada negocio se destaque. “Atendemos a todo Paraguay, principalmente al interior, y son todos emprendedores. Por eso decimos que nuestro trabajo es ayudar a los demás emprendedores”, afirmó.
En este camino, han sido testigos de todo tipo de historias. Algunas de crecimiento y éxito, y otras que reflejan las dificultades del mundo emprendedor. “Es la triste historia del emprendedor aquí en Paraguay y creo que en todo el mundo, que la gran mayoría no consigue pasar la barrera de los seis meses, algunos los dos años. Vemos muchos negocios familiares, gente en situaciones delicadas que busca cualquier cosa para salir adelante”, comentó.
Ese contacto cercano con sus clientes les permitió confirmar una tendencia a nivel mundial ya que cada vez más emprendedores entienden que la presentación es parte fundamental de la experiencia de compra. No se trata solo del producto, sino de lo que transmite desde el primer contacto. Un empaque cuidado, una tarjeta de bienvenida, una etiqueta bien diseñada o incluso una nota de agradecimiento pueden marcar la diferencia entre una venta puntual y un cliente fiel. “Hoy en día para vender ya no es más simplemente entregar el producto, realmente tienes que encantarle a tu cliente desde el primer contacto”, aseguró Fernando.
Para Babalu Print, cada pedido es también una oportunidad para ayudar a que un negocio brille. Muchos clientes llegan pidiendo algo puntual, pero se van con ideas nuevas para mejorar su presentación. Esa “asesoría no oficial” forma parte del ADN de la empresa y es una de las razones por las que han logrado construir relaciones duraderas con sus clientes.
“Da gusto ver que la gente se está importando con esos pequeños detalles para el cliente final. No se están solamente enfocando en el producto en sí, sino en toda la experiencia que corresponde a la venta”, dijó Fernando. Y es precisamente esa filosofía —la de sumar valor más allá del producto— la que ha sostenido el crecimiento de Babalu Print en estos años.
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