La vida de mujeres, niñas y niños en las áreas rurales se ve afectada por la responsabilidad de obtener y tratar el agua necesaria para el consumo y las tareas de cuidado del hogar. Se estima que, a nivel mundial, se dedican más de 125 millones de horas al día en recolectar agua y son las mujeres las responsables del 64% de ese trabajo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. Esto impacta en el acceso a la educación, su participación en el mercado laboral y su involucramiento en actividades políticas y comunitarias, además de limitar su tiempo de esparcimiento. Por ello, la inclusión de género en los proyectos de agua potable y saneamiento es fundamental para garantizar un desarrollo sostenible e inclusivo.
Desde hace una década, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fomenta la participación de mujeres en la gestión comunitaria de los servicios de agua y saneamiento, con apoyo del Fondo de Cooperación para Agua y Saneamiento (FCAS) que impulsa la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). En el marco de la Visión 2025 del Grupo BID, el tema de la igualdad de género e inclusión de poblaciones vulnerables es una prioridad, y estamos trabajando para que las mujeres se conviertan en protagonistas del aumento de la cobertura de agua y saneamiento en el área rural de Paraguay.
La falta de participación de las mujeres en las decisiones sobre la infraestructura del agua y saneamiento en las comunidades puede ocasionar errores graves en la provisión de la infraestructura, como la mala ubicación de tanques de agua, reservorios, baños o grifos que acaban no siendo utilizados. Lo anterior responde a que las mujeres en el área rural han acumulado experiencias y conocimientos sobre el agua y su manejo adecuado al interior de los hogares, que puede ser aprovechado.
En el Programa de Agua Potable y Saneamiento para Comunidades Rurales e Indígenas, ejecutado por el Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental (SENASA) entre 2011 y 2017, se dio un primer paso al fomentar la participación de las mujeres en las comisiones directivas de las juntas de saneamiento. En este programa se logró incorporar 443 mujeres en puestos de decisión en más de 225 juntas, con un promedio de casi dos mujeres entre las cinco personas que generalmente conforman las comisiones. En 2014, ellas apenas ocupaban el 18% de puestos.
Asimismo, en el Programa de Saneamiento y Agua Potable para el Chaco y Ciudades Intermedias de la Región Oriental del Paraguay, una operación en ejecución por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones desde 2012, se avanzó un escalón más al incorporar una especialista de género al plantel de la agencia ejecutora. En este y otros proyectos, el FCAS y el BID motivan la inclusión de la mujer en empleos no tradicionales, rompiendo paradigmas. Las mujeres reciben capacitación en plomería, con el fin de que sean parte de los trabajos de conexión domiciliaria, a la vez que ganan habilidades para obtener recursos económicos. También son capacitadas en temas de residuos sólidos y señalizaciones, uso de agua, agua y género, enfermedades producidas por falta de agua y violencia contra las mujeres.
En el Programa de Construcción de Sistemas de Agua y Saneamiento para Pequeñas Ciudades y Comunidades Rurales e Indígenas del Paraguay, ejecutado por el SENASA desde 2018, se implementaron aprendizajes de las experiencias anteriores. Previamente a la ejecución del proyecto, se elaboró una guía para incorporar la perspectiva de género en este campo. Entre las pautas y directrices se detallan realizar encuentros en horarios que sean convenientes para la participación de hombres y mujeres; asegurarse de que la invitación a las reuniones llegue a las mujeres; habilitar espacios de esparcimiento para los hijos y las hijas de los participantes; y hacer hincapié en que tanto hombres como mujeres pueden asumir liderazgos.
Durante este proyecto se han realizado acciones encaminadas a la participación de las mujeres en las juntas y su acceso a puestos de liderazgo, como revisión de los estatutos y reglamentos de dichas juntas para evitar barreras de género, capacitación a las mujeres en habilidades necesarias en este campo, y talleres de sensibilización en temas de género.
Además, cabe resaltar que gracias a la iniciativa de inclusión YO DECIDO, impulsada por el SENASA, la opinión de las mujeres es trascendental para la implementación del proyecto con un enfoque en el bien común. Su opinión cambió el modelo de construcción de las unidades sanitarias básicas, logrando que sean ubicadas cerca de las casas, para que sean de fácil acceso para toda la familia. Anteriormente, las familias contaban con letrinas a unos 50 metros de distancia de la vivienda, lo que condicionaba de forma restrictiva la vida de las mujeres, niños y ancianos, al afectar su salud e higiene. Las nuevas unidades sanitarias implementadas son modernas, cuentan con arrastre hidráulico, cámara seca y pozo absorbente.
Los estudios del BID y de ONU Agua encontraron que, cuando las comunidades cuentan con agua y baños, la matrícula escolar femenina asciende en 15%; y que, por cada año que una niña permanece dentro del sistema educativo, sus ingresos en la edad adulta se incrementan en al menos 15%. Estos indicadores son muestra de cómo su calidad de vida se incrementa y las brechas de género se reducen. Gracias a estos programas, ahora, las mujeres tienen una voz de progreso en sus comunidades. Sigamos adelante.
Edna Armendáriz es Representante en Paraguay y Sergio I. Campos G. es Jefe de la División de Agua y Saneamiento, ambos del Banco Interamericano de Desarrollo.
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