La raíz más emblemática del Paraguay está dando un giro silencioso pero firme hacia la agregación de valor. Según datos oficiales, actualmente se cultivan unas 180.000 hectáreas de mandioca en todo el país, principalmente por productores familiares. El rendimiento nacional ronda los 3,2 millones de toneladas anuales, con una productividad en aumento gracias a la asistencia técnica y la incorporación de nuevas variedades.
El desafío ahora es industrializar lo que durante décadas fue materia prima. Y Misiones da el ejemplo. En San Juan Bautista, recientemente se inauguró la primera planta de procesamiento de mandioca del departamento, con una inversión combinada de G. 830 millones entre el gobierno nacional y la administración local. El proyecto marca un antes y un después: los productores dejan de depender del mercado fresco o de intermediarios para integrarse directamente a la cadena industrial.
“Antes vendíamos la mandioca cruda y muchas veces a precios bajos. Hoy tenemos un lugar donde procesar nuestra producción y generar empleo local”, destacó para medios de prensa uno de los agricultores que participa del proyecto, que beneficiará a más de 200 familias de la zona.
La planta tiene capacidad para procesar 400 toneladas mensuales, y produce harina, fécula y almidón, insumos que pueden destinarse a panaderías, industrias alimenticias y exportadores. De este modo, el valor agregado se queda en Misiones, dinamizando la economía local y generando empleo directo para jóvenes y mujeres rurales.
Además de ser un alimento esencial —base de platos tradicionales como la chipa o el mbeju—, la mandioca tiene un enorme potencial industrial. De ella se derivan productos como almidón modificado, bioplásticos, snacks, harinas libres de gluten y hasta biocombustibles.
“El mundo está buscando alimentos y materiales de origen vegetal, sostenibles y trazables. Paraguay tiene todo para posicionarse en ese segmento con la mandioca”, señaló un técnico del MAG. En Brasil y Tailandia, por ejemplo, el desarrollo industrial del almidón de mandioca mueve millones de dólares al año. Paraguay recién comienza ese camino, pero con ventajas competitivas: tierra fértil, tradición productiva y mano de obra calificada en el campo.
Actualmente, el consumo interno supera los 100 kilos por persona al año, lo que convierte al país en uno de los mayores consumidores del mundo. Sin embargo, las oportunidades de exportación crecen: algunos emprendimientos locales ya elaboran harina y almidón con destino a mercados regionales.
Innovar sin perder la raíz
El paso hacia la industrialización no implica abandonar la esencia campesina del cultivo. Por el contrario, busca fortalecerla con tecnología, capacitación y organización. Desde el MAG señalan que los programas de fomento a la mandioca están orientados a mejorar la productividad sin perder la identidad familiar del trabajo rural.
El desafío, admiten los técnicos, está en consolidar el eslabón comercial: asegurar precios justos, acceso a financiamiento y canales de distribución estables. “La mandioca puede ser una marca país si logramos industrializarla con calidad y constancia”, sostienen.
En el marco del Día Nacional de la Mandioca, la historia de esta raíz resume buena parte de la evolución del agro paraguayo: tradición, esfuerzo y capacidad de adaptación. Hoy, la mandioca no solo alimenta, también genera ingresos, empleo y desarrollo.
De alimento de subsistencia a producto con valor agregado, la mandioca paraguaya se encamina a un futuro más moderno y competitivo. Un ejemplo claro de cómo una raíz tan antigua puede reinventarse para seguir creciendo en la economía del siglo XXI.
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