Muñoz, quien además se desempeña como director académico en una universidad privada, explica que existe un error cultural muy arraigado en el sector empresarial: subestimar el rol del abogado preventivo. “Las personas que acuden a nuestras oficinas normalmente ya vienen con situaciones catastróficas. La primera idea central es la prevención”, afirma. Según él, los emprendedores y directivos paraguayos suelen buscar ayuda “cuando ya se ven con los problemas agrandados”, lo que encarece, complica y muchas veces vuelve casi imposible revertir el daño.
Para comprender las implicancias de los riesgos actuales, el abogado propone mirar tanto a los posibles agresores como a las posibles víctimas. En el ámbito penal, enumera hechos punibles cada vez más vinculados al mundo corporativo: lavado de activos, estafas y otras figuras que suelen confundirse con simples incumplimientos civiles o comerciales. Sin embargo, aclara: “Muchos de los penalistas en Paraguay se especializaban desde el punto de vista procesal, pero el fenómeno penal no es solamente procesal, sino dogmático penal”. Esto significa que, para asesorar bien a una empresa, no basta entender cómo funciona un juicio, sino interpretar correctamente los tipos penales, los alcances de la tipicidad y las diferencias entre delitos y conflictos comerciales.
Uno de los errores más frecuentes (y costosos) es firmar contratos sin revisarlos. “Lo primero que debe dar un abogado es un chequeado general del contrato que el cliente va a firmar. Normalmente los contratos, cuando ya se dan los problemas, son aquellos que los clientes consultan erróneamente después de haber firmado”. En su visión, un buen asesoramiento previo evita conflictos penales, administrativos y comerciales que luego pueden derivar en demandas, imputaciones o investigaciones complejas.
A este escenario se suma que las relaciones comerciales dejaron de ser presenciales. “Estamos en tiempos en que ya prácticamente lo presencial es la excepción. Mucho se da a través de redes sociales, llamadas telefónicas o contratos comerciales donde uno no se sienta físicamente con alguien”, advierte. Y este nuevo entorno digital aumenta el riesgo de fraudes, suplantación de identidad, vínculos impersonales y operaciones sospechosas. De ahí la importancia del compliance y de saber quiénes son los sujetos obligados a reportar.
Pero el punto más urgente, según Muñoz Carman, es la ciberseguridad. Paraguay aún no cuenta con una autoridad nacional capaz de centralizar inteligencia, prevención y respuesta ante ciberataques. “Paraguay no está tomando en serio las amenazas. Ya le están tocando la oreja al propio gobierno. Esto es para ayer”, afirma. Incluso menciona que presentó —junto a un equipo académico— un proyecto de ley para abordar el tema, que sigue sin un debate serio.
Finalmente, hace hincapié en tres pilares esenciales: “prevención, asesoramiento con abogados actualizados y la creación de un órgano público de ciberseguridad con alianzas privadas”. Sin ellos, advierte, será difícil construir un clima de negocios seguro, moderno y competitivo.
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