“En periodos donde el clima es inestable, las articulaciones experimentan mayor rigidez y un aumento en la cantidad y viscosidad del líquido sinovial, lo que incrementa el dolor y la dificultad para iniciar movimientos, especialmente después de estar en reposo", explicó Félix Emmanuel Ordano.
Durante los días fríos, los pacientes con artrosis reportan un incremento en la rigidez y el dolor articular, especialmente por la mañana o después de períodos prolongados de inactividad. Este aumento del dolor se debe a que el líquido sinovial, que actúa como lubricante de las articulaciones, se vuelve más espeso con el frío, dificultando el movimiento y causando dolor al intentar movilizarse.
Además, los cambios en la presión atmosférica, que ocurren antes de la lluvia o durante periodos de alta humedad, también afectan a las articulaciones. Si bien no está comprobado científicamente, estos cambios generan una expansión y contracción de los tejidos que rodean las articulaciones, lo que provoca molestias adicionales en personas con daño en el cartílago, ligamentos o en proceso de cicatrización. Aunque popularmente se asocia el dolor articular con la llegada de la lluvia, o popularmente dicho "parece que va a llover", en realidad es el cambio en la presión atmosférica lo que lo desencadena.
Para aliviar estos síntomas, Ordano mencionó: “Se recomienda mantener las articulaciones abrigadas, utilizando guantes, medias y vendajes suaves. El uso de cremas antiinflamatorias de efecto caliente también puede ayudar a reducir la rigidez y el dolor, al igual que la práctica regular de actividad física para mantener las articulaciones en movimiento. La actividad física no solo mejora la lubricación articular, haciendo el líquido sinovial menos espeso, sino que también fortalece los músculos y ligamentos circundantes, proporcionando un mejor soporte a las articulaciones”.
“Es crucial que los pacientes con enfermedades articulares crónicas, como la artrosis o la artritis, lleguen al invierno con la enfermedad bien controlada", remarcó el especialista. Ajustes en la medicación bajo supervisión médica pueden ser necesarios para evitar un aumento en el dolor durante los cambios de temperatura. La combinación de tratamiento farmacológico, el uso de terapias tópicas y la actividad física es fundamental para el manejo adecuado de estos pacientes.
Una observación interesante realizada por el especialista en reumatología es que, aunque la artrosis afecta principalmente a las personas mayores debido al desgaste natural de las articulaciones, las enfermedades inflamatorias como la artritis pueden afectar a personas más jóvenes, especialmente a mujeres en edad fértil. Estas enfermedades autoinmunes, como el lupus y el síndrome de Sjögren, causan inflamación en las articulaciones y pueden ser desencadenadas por factores genéticos, y no están relacionadas con el desgaste mecánico propio de la artrosis.
Mientras que la artrosis se desarrolla con el tiempo y afecta a todos inevitablemente en mayor o menor grado debido al envejecimiento natural de las articulaciones, las enfermedades inflamatorias son más complejas y su manejo requiere un enfoque más personalizado. La distinción entre estos dos tipos de afecciones articulares es fundamental para un tratamiento eficaz y para la comprensión de cómo factores externos, como el clima, pueden influir en el dolor y el bienestar de los pacientes.
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