Rochester: la afición que se convirtió en un negocio ahora manejado por la tercera generación de la familia

(Por Carlos Darío Torres) Un negocio que comenzó a partir de la afición de un abogado por la fotografía, por el revelado y la impresión, hoy ya lleva más de 40 años en el mercado, adaptándose a los tiempos, a los cambios, a un nuevo mundo que reemplazó lo analógico por lo digital, pero no desterró la emoción de poder disfrutar de un momento inmortalizado en imágenes. En Rochester, el espíritu que pervive es el mismo desde 1979.

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“Lo sentís, lo imprimís” es el eslogan de Rochester “porque sabemos que la gente quiere disfrutar de su fotografía, y nosotros nos dedicamos a imprimir, tenemos fotorregalos, fotolibros, álbumes, enmarcados, portarretratos, para que también las paredes o los rincones de una casa cuenten historias; y lo mismo para las corporaciones que quieren contar sus historias a través de las fotografías. Estamos enfocados ahí, nuestra misión es esa, que nuestros clientes puedan disfrutar de sus fotografías”, afirmó María Laura Filártiga Zanotti-Cavazzoni, gerente general de Rochester.

El abuelo de María Laura, el abogado José Zanotti-Cavazzoni tenía un hobby: revelar e imprimir fotografías. En la década del 70 las fotos en colores debían ser enviadas a Estados Unidos para su procesamiento y el cliente debía esperar un mes para recibirlas impresas. El destino era Rochester, en el estado de Nueva York.

“Para mi abuelo al principio era solo una afición, hacía el trabajo en forma casera, en un ropero, en su casa, para sus amigos. Terminó siendo un negocio que cada vez fue creciendo más”. En 1979 se convirtió en una empresa, llevada adelante con su hijo y posterior sucesor José Alfredo. El nombre vino solo: Rochester, en homenaje a esta ciudad identificada con la historia de la fotografía y destino de las imágenes captadas muy lejos de ahí, en Paraguay.

“El primer Rochester estaba sobre Estrella pero después nos mudamos a nuestro local propio, sobre Nuestra Señora de la Asunción. La primera sucursal fue la del Shopping Villa Morra, que estaba decorada con los rollos que dejaban los clientes. Se ofrecía el revelado en una hora, e implementamos el sistema rollo por rollo, traías tu rollo para revelar, te imprimíamos y te regalábamos otro por el que trajiste”, recuerda la ejecutiva.

Cambio de época
De los rollos analógicos se pasó a la imagen digital, primero con cámaras y después con los celulares, que facilitó a la gente común la tarea de sacar fotos. Y aunque hoy también se puede llevar a Rochester el pendrive para imprimir las tomas, el 90% de los trabajos proviene de las capturas hechas con celulares.

“Evolucionaron tanto los celulares que pueden hacer ampliaciones hasta de 50x75 que van a salir muy lindas. Lo que no podemos hacer es imprimir una foto muy grande si nos envían por WhatsApp porque comprime mucho, pero pueden servir para un portarretrato de 10x15, 13x18 dependiendo de la iluminación. Y si el cliente prefiere un retrato grande, le pedimos que envíe por correo, que no comprime, o a través de WeTransfer, o por Bluetooth que si acudís a la tienda no hace falta que nos pases por pendrive”, explicó María Laura.

Uno de los trabajos más requeridos es la restauración de fotos antiguas, que son digitalizadas restauradas si están con moho o tiene suciedades. Rochester, además, todavía revela los viejos rollos. Si alguien encuentra en una valija, en un baúl, o en un cajón olvidado un paquete de películas, en Rochester pueden volver a la vida.

“También estamos incursionando en la página web. Si no tenés tiempo de acercarte a una de las tiendas podés ingresar a la página y decir: ‘Voy a retirar en tal sucursal’. Ingreso en la página, envío la foto y paso a retirar; incluso puedo hacer el pago a través de la página. Si no querés hacer cola en la tienda hacés desde la comodidad de tu casa y pasás a retirar o solicitás el delivery”, agregó.

En cuanto a los efectos de la pandemia en la marcha del negocio, la empresaria reconoció que también afectó a Rochester, sobre todo porque las sucursales que están en los centros de compra permanecieron cerradas por las restricciones.

“Tuvimos que hacer toda la atención a través de nuestra página web; eso nos ayudó a mantenernos firmes porque el cliente, también gracias a eso, se acostumbró y realizó los pedidos a través de la web y sobre todo por WhatsApp que hoy es una herramienta muy útil”, señaló.

Rochester tiene en la actualidad siete sucursales, ocho si se cuenta la virtual, todas en la capital y alrededores. “No tenemos todavía franquicias, pero está en proyecto habilitar algunas micro franquicias en el interior”, reveló María Laura. Una forma de mejorar la imagen.

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