El terreno fue el punto de partida. Amplio, verde y rodeado de árboles, aves y pequeños animales, se convirtió en el alma del proyecto. De allí surgió también el nombre. El Bosque no funciona solo como una marca, sino como una declaración de principios: un lugar donde la naturaleza ocupa el centro de la experiencia y marca el ritmo de cada estadía.
Desde el primer contacto, la propuesta apunta a una sensación concreta. González explica que busca que los huéspedes experimenten paz y tranquilidad desde que cruzan la puerta. El silencio, el canto de los pájaros, el verde constante y la privacidad absoluta construyen una atmósfera pensada para frenar la rutina, respirar profundo y reconectar con uno mismo.
La cabaña se orienta principalmente a parejas, que representan cerca del 90 % de su público. El resto corresponde a familias con hijos que buscan una estadía serena en contacto con la naturaleza. El diseño íntimo del espacio responde a ese perfil: escapadas románticas, aniversarios o fines de semana de descanso lejos del ruido urbano.
Más allá del alojamiento, El Bosque ofrece experiencias que invitan a descubrir Areguá desde otra perspectiva. Entre ellas, se destacan los paseos en bicicleta por distintos circuitos de la ciudad. Los recorridos pueden realizarse de manera guiada o libre, ya que el emprendimiento también brinda alquiler de bicicletas, promoviendo un turismo más pausado y cercano al entorno.
La evolución del proyecto se dio de forma progresiva. González cuenta que comenzó con lo esencial para recibir a los primeros visitantes y, con el tiempo, incorporó mejoras clave como la piscina y detalles que elevan la experiencia. Actualmente, El Bosque cuenta con una sola cabaña, pero ya proyecta la construcción de una segunda unidad, con un concepto aún más íntimo y exclusivo.
En cuanto a las tarifas, la propietaria explica que se mantienen en línea con los valores de la zona, aunque con un diferencial claro: la privacidad total. A diferencia de otros alojamientos, en El Bosque no se comparten amenities, un aspecto muy valorado por los huéspedes y que define el posicionamiento del emprendimiento.
Como complemento a la experiencia, El Bosque suma un atractivo singular: una pequeña fábrica de cervezas artesanales propias. Los visitantes pueden degustar distintos estilos elaborados en el lugar y luego disfrutar de la noche en la cabaña. La propuesta combina descanso, naturaleza y una experiencia sensorial local, pensada para acompañar el momento sin romper la armonía del entorno.
Con una identidad clara y un crecimiento sostenido, El Bosque se posiciona como una alternativa distinta dentro del turismo en Areguá. Un proyecto que apuesta a lo simple, al contacto con la naturaleza y a la calidad del tiempo vivido, en un contexto donde descansar también se transforma en una experiencia.
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