Una hectárea por productor, la clave para recuperar los suelos de la Reserva de Mbaracayú

De un verde claro y brillante, los primeros brotes de maíz asoman de los surcos arados en la tierra colorada. Tan sólo unos pocos kilómetros –apenas más de diez– separan a la finca donde crece lo que pronto se convertirá en una cubierta verde que protegerá el suelo erosionado, de la entrada de la Reserva Natural del Bosque Mbaracayú, ubicada en el Departamento de Canindeyú, en la región oriental de Paraguay. Tanto la finca como la Reserva se verán beneficiadas por un proyecto de reabastecimiento de agua que llevan adelante la Fundación Avina, Fundación Moisés Bertoni y Coca-Cola.

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El proyecto va a beneficiar a alrededor de 200 productores de la zona.
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Transmitir conciencia sobre la importancia del cuidado del agua es uno de los objetivos del proyecto de Fundación Avina, Moisés Bertoni y Coca-Cola.

Con sus 64.000 hectáreas de superficie, la Reserva de Mbaracayú despliega su frondosa vegetación justo arriba del acuífero Guaraní, y es esta vegetación la que permite que se alimenta del agua de la lluvia. Los estudios llevados a cabo por expertos de las Fundaciones muestran que existen áreas en torno a la Reserva en las que el desmonte y la práctica de una agricultura poco sustentable están reduciendo la capacidad de los suelos de alimentar con agua de calidad la reserva natural de agua subterránea.

“Lo que busca este proyecto es enriquecer, recuperar y recargar los acuíferos. Nosotros tenemos un acuífero muy importante en Paraguay, pero en ciertas zonas está teniendo problemas de recarga”, advierte Yan Speranza, Director General de la Fundación Moisés Bertoni, quien señala que una de las causas de estos problemas es el mal manejo de los suelos que, empobrecidos y erosionados, hacen que el agua de lluvia se escurra, impidiendo que ésta penetre la superficie y nutra el acuífero que se encuentra debajo de ella. 

El proyecto que busca dar respuesta al problema ofrece el beneficio adicional de aportar herramientas para la mejora de la calidad de vida de los entre 150 y 200 productores de maíz, yerba mate y soja, entre otros cultivos, que participarán del mismo y que viven alrededor de la reserva.

“Lo que nosotros pretendemos con el proyecto es crear condiciones favorables a través de cobertura vegetal en suelos que hoy están muy desmejorados, para que esta cobertura vuelva a generar la capacidad de absorber agua y de recargar los acuíferos –explica Yan–. Eso también genera un beneficio muy importante para el productor, porque el suelo se vuelve más productivo. Entonces, todos ganan. Gana el productor porque puede tener una mejor productividad con su suelo mejorado por la cobertura y gana también el acuífero porque a partir de esa cobertura se evita la erosión y se puede infiltrar mayor cantidad de agua.”

Trabajando junto a la Fundación desde hace varios años y a través de varios proyectos, Coca-Cola profundiza a través de esta proyecto de reposición de agua su compromiso con el cuidado del recurso hídrico. “Coca-Cola tiene un compromiso a nivel mundial con relación al agua –afirma María Luz Gill, Gerente de Asuntos Públicos y Comunicación de Coca-Cola Paresa–.Paraguay está ubicado en un lugar donde hay una enorme cantidad de agua. Eso es una gran ventaja y una enorme responsabilidad, pues tenemos que aumentar la concientización sobre el cuidado de este recurso tan vital en toda la comunidad”.

A nivel mundial, en 2007 la Compañía asumió el compromiso de reponer a la naturaleza y a las comunidades el 100% del agua que utiliza en sus productos y procesos productivos para 2020. Este proyecto en la Reserva de Mbaracayú busca alcanzar con dicha meta. 

Cultivos más sustentables y productivos

Con más de 25 años de trabajo en la zona de la reserva de Mbaracayú, la Fundación Moisés Bertoni cuenta con el conocimiento del campo indispensable para asegurar el éxito del proyecto. “Conocemos a buena parte de los productores que viven alrededor de la Reserva –cuenta Silvia Mongelós, Gerente de Uso Sostenible del Agua de la Fundación–. Nosotros les brindamos asistencia técnica, trabajamos con ellos y en una primera ocasión brindamos todos los insumos para que ellos capitalicen las técnicas y después las repliquen. En este caso, la condición mínima es que tienen que dedicarle por lo menos una hectárea de su propiedad a este proyecto y a la implementación de buenas prácticas”.

La finca ahora sembrada con maíz es un modelo del trabajo de campo planteado. La mayoría de las fincas de la zona cuentan con una parte de su superficie cuya producción ha sido abandonada por estar su suelo empobrecido y por tener poca capacidad de producción. El paso inicial es trabajar esa porción de suelo con una mirada sustentable, para recuperarla con fines productivos y para al mismo tiempo devolver la capacidad de infiltración de agua al acuífero. Desde esa óptica, limpiar el terreno y plantar maíz no sólo aporta un cultivo que el productor puede aprovechar de forma inmediata, sino que la planta brindará sustento al llamado “abono verde”.

El abono verde está conformado por plantas que crecen en torno al, en este caso, maíz, pero que al descomponerse aportan naturalmente una cantidad de materia orgánica suficiente como para iniciar el siguiente cultivo sin tener que remover el suelo ni utilizar abonos sintéticos. “Este abono verde además va a contribuir a retener el agua por más tiempo”, destaca Silvia, que explica que el proyecto tiene una duración de cuatro años durante los cuales la incorporación de productores va a ser gradual. “Se van a incorporar unas 80 hectáreas al año los primeros tres años, y el último año unas 60 hectáreas”, agrega.

“Creemos que este proyecto tiene dos elementos que se combinan y generan un beneficio múltiple. Por un lado, está la importancia de recuperar los acuíferos. Pero al mismo tiempo lo hacemos a través de un mecanismo que permite que los propios campesinos mejoren su calidad de vida, porque estamos mejorando su capacidad de generar más ingresos a través de suelos más productivos”, concluye Yan.

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