Actualmente, el país destina unas 210.000 hectáreas al cultivo de arroz, cifra que se mantiene estable respecto a la zafra anterior. La intención de siembra ya supera el 60% de avance y se proyecta que la cosecha —que inicia en enero y se extiende hasta abril— mantenga el nivel productivo de los últimos años. “Tenemos suelos fértiles, disponibilidad hídrica y energética, y condiciones ideales para seguir creciendo”, destacó Ganchoso.
A diferencia de otros rubros agrícolas, el arroz paraguayo no se exporta como materia prima, sino como un alimento listo para el consumo. “Nosotros vendemos producto terminado, arroz blanco o parbolizado que va directamente a la mesa de muchas familias del mundo”, explicó la gerente de Caparroz. El país también comercializa arroz integral y en menor proporción con cáscara, además de aprovechar los subproductos industriales que encuentran salida en distintos segmentos.
El resultado es una cadena de valor consolidada que genera empleo, inversión y exportaciones con alto valor agregado. Desde la cámara resaltan que el arroz paraguayo se distingue por su calidad y por los estándares sanitarios que cumple, lo que le permite ingresar a mercados exigentes como Chile y la Unión Europea.
Más del 70% del arroz exportado por Paraguay tiene como destino Brasil, una relación comercial que se mantiene por su cercanía y facilidades logísticas. Sin embargo, desde el gremio reconocen el desafío de diversificar destinos. “Siempre hablamos de una Brasil-dependencia, pero estamos llegando ya a 35 mercados en lo que va del año”, subrayó Ganchoso.
El segundo comprador más importante es Chile, un país con regulaciones sanitarias estrictas que confirman la calidad del producto nacional. En los últimos meses también se concretaron envíos a Estados Unidos, Canadá, Panamá, Bolivia y Turquía, además de nuevas oportunidades que se abren en Centroamérica, donde la demanda crece año tras año.
El dinamismo del sector no se detiene ahí. Caparroz trabaja actualmente en la negociación de un cupo de exportación de gobierno a gobierno con Taiwán, en coordinación con la embajada paraguaya en Taipéi. “Hay un compromiso firme de avanzar en esa gestión y estamos colaborando de cerca con el embajador Darío Filártiga”, comentó Ganchoso.
Otro mercado en la mira es el Medio Oriente, impulsado por la reciente eliminación de visados con Qatar. La posibilidad de acceder a países que requieren certificaciones halal —como Emiratos Árabes o Irak, donde Paraguay ya tuvo presencia comercial— representa una nueva frontera para el arroz nacional. “Lo vemos totalmente viable. Ya tuvimos demandas y propuestas en años anteriores y confiamos en que el próximo ciclo pueda concretarse”, anticipó la gerente.
El crecimiento del sector arrocero paraguayo no solo se mide en hectáreas, sino también en eficiencia y tecnología aplicada. Las industrias invierten cada vez más en procesos de secado, molienda y empaquetado automatizados, mientras que en el campo se utilizan semillas mejoradas y sistemas de riego tecnificado que optimizan la productividad.
“El arroz es un rubro muy resiliente. Hemos crecido en tecnología, en rendimiento y en volumen exportado. Hoy tenemos una oferta interna y externa mucho más fuerte”, resumió Ganchoso, con la satisfacción de representar a una industria que se afianza como una de las más competitivas del país.
Con un horizonte que combina estabilidad productiva, innovación y nuevos mercados, el arroz paraguayo reafirma su rol como motor del agroindustrial nacional y como un embajador de la calidad “hecha en Paraguay” que conquista mesas en todo el mundo.
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