Este liderazgo no es casual. En entrevista con InfoNegocios, Ricardo Kiriluk, directivo y especialista en tecnología genética de la Federación Paraguaya de Madereros (Fepama), explicó que el país viene desarrollando investigaciones aplicadas desde hace más de dos décadas, en gran parte gracias a la inversión del sector privado. “Nosotros, desde Pomera Maderas, comenzamos en 1997 con el mejoramiento genético de eucaliptos para madera sólida. Ya son 28 años de trabajo continuo en este ámbito”, afirmó. Esta labor permitió alcanzar rendimientos superiores a los de otros países de la región, con volúmenes de hasta 38 metros cúbicos por hectárea al año, frente a los 26 o 28 que se logran en Uruguay, por ejemplo.
La clave del éxito paraguayo radica en una combinación de factores: condiciones geográficas favorables, investigación privada constante y un enfoque hacia productos de alto valor agregado. Mientras que Brasil lidera históricamente en genética para celulosa, Paraguay construyó su propio camino, apuntando a la producción de madera sólida, que alimenta industrias de tableros, pisos, muebles y otras aplicaciones. Este modelo no solo garantiza materia prima de calidad, sino que también genera empleo en zonas rurales y fomenta el desarrollo de polos industriales en departamentos como Caaguazú, San Pedro y Concepción.
Además del uso para madera sólida, el eucalipto es fundamental para la producción de biomasa, una fuente energética de gran importancia en nuestro mercado. De hecho, cerca del 40% de la matriz energética nacional depende de la biomasa forestal. Esto convierte al sector forestal en un engranaje indispensable para otras industrias, como la agroexportadora, que utiliza biomasa en sus procesos productivos. Kiriluk explicó que “la exportación de aceites y sus derivados, que se considera parte del agro, en realidad depende de la energía térmica generada a partir de biomasa. Es una simbiosis entre ambos sectores”.
Con la llegada de una importante industria de celulosa al país, el sector forestal paraguayo se prepara para un salto cualitativo. Esta inversión, aún en desarrollo, promete actuar como locomotora para el conjunto de la cadena forestal, impulsando no solo la producción de biomasa, sino también la expansión de industrias de madera sólida. “Uruguay, por ejemplo, creció enormemente tras la instalación de plantas celulósicas. Paraguay puede seguir ese mismo camino”, sostuvo Kiriluk.
Las proyecciones para 2025 son optimistas. Las exportaciones de tableros multilaminados superaron los 30.000 m3 en 2024, y se espera que este año alcancen los 40.000, lo que representaría un incremento del 40% respecto al promedio histórico. Además, se sumaron exportaciones de tablas a nuevos mercados, lo que amplía las oportunidades comerciales del país en el ámbito forestal.
A pesar de que históricamente la investigación estuvo concentrada en el sector privado, Kiriluk destacó que el Estado también comenzó a organizarse en los últimos años. Instituciones como el IPTA están tomando mayor protagonismo en la investigación forestal, aunque aún se encuentran en etapas iniciales. Infona, por su parte, mantiene un rol más orientado a la regulación y al apoyo técnico.
Finalmente, el impacto del sector forestal no es solo económico. Kiriluk enfatiza que las plantaciones forestales son motores de desarrollo para las comunidades: “Una hectárea de plantación de eucalipto produce el volumen que necesitaríamos en 10 hectáreas de bosque nativo. Esto no solo es eficiente, también preserva los recursos naturales y genera empleo formal en zonas que antes tenían pocas oportunidades”.
Así, Paraguay demuestra que el desarrollo forestal puede ser una estrategia exitosa de crecimiento sostenible. Con avances concretos en innovación genética, crecimiento industrial y proyección internacional, nuestro país se consolida como pionero en la región y como ejemplo de cómo el agro puede integrarse con el desarrollo tecnológico y ambiental.
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