Galli, con una trayectoria reconocida en el ámbito rural, explicó que desde mediados de los años 90 hasta el 2014 se vivió un crecimiento sostenido en la ganadería nacional. Sin embargo, desde entonces el ritmo se estancó. “Mucho se atribuye a la inestabilidad de los precios”, afirmó. El problema no es solo que los precios bajan, sino que lo hacen de forma prolongada, mientras que las subidas suelen ser breves y abruptas. Esta montaña rusa impide planificar a largo plazo.
Pero el factor económico no es el único. A esto se suman las contingencias climáticas, especialmente en el Chaco, que ha sufrido prolongadas sequías en los últimos cinco años. “La gente no puede cumplir con sus compromisos. Ya están endeudados, ya están con problemas”, lamentó Galli. El impacto de estos eventos naturales ha puesto en jaque no solo la producción sino también la estabilidad financiera de muchos establecimientos.
El expresidente de la ARP también señaló una “asimetría” entre la industria frigorífica y el sector primario. “Cuando hay precios bajos, la industria sigue manteniendo sus márgenes en detrimento del productor”, aseguró. Y explicó que el mercado paraguayo solo puede absorber entre el 25 y el 30% de la producción ganadera, por lo que el grueso de la carne debe exportarse. Esta sobreoferta interna y la concentración del poder de compra en manos de seis o siete grupos industriales crean, según Galli, un “oligopsonio” poco saludable.
En efecto, Galli denunció que dos grandes frigoríficos manejan casi el 70% del mercado de compra, dejando a miles de productores sin poder real de negociación. Esta situación genera una distorsión en la cadena de valor de la carne, donde los riesgos son asumidos casi exclusivamente por el productor.
Ante esta realidad, ¿qué se puede hacer desde el Estado? Galli es claro en su postura: “Nosotros (la ARP) defendemos el libre mercado. No queremos la intromisión del Estado en la formación de precios”. Sin embargo, cree que sí se pueden impulsar políticas públicas que generen un entorno más transparente y equitativo. Una de las propuestas concretas es la creación de un Instituto de la Carne, con participación de todos los actores de la cadena: productores, industria, Servicio Sanitario y Gobierno. “La idea es que haya más transparencia, mayor confianza y que los buenos precios también se trasladen al productor”, sostuvo.
Galli destacó que se están abriendo nuevos mercados gracias a negociaciones internacionales, lo cual genera expectativa. “Con la colaboración de Estados Unidos, Canadá y otros países, se está logrando colocar mejor nuestra carne”, indicó. A su criterio, esta estrategia de diversificación puede ser una de las claves para mejorar los márgenes y reducir la dependencia de unos pocos compradores.
Como reflexión final, el dirigente insistió en que Paraguay tiene todo para que la ganadería sea un negocio próspero: una industria instalada, ganado de excelente calidad y una reputación creciente en el exterior. Pero falta un paso crucial: trabajar en conjunto para que el crecimiento no sea solo para unos pocos. “Los resultados tienen que ser compartidos a lo largo de toda la cadena de producción. No puede ser que uno se quede con la parte del león y el otro con la del ratón”, concluyó.
Tu opinión enriquece este artículo: