Los usuarios le pidieron a ChatGPT que resuma su año, que identifique intereses recurrentes y que marque cambios en sus preocupaciones. La herramienta respondió detectando patrones claros: temas que aparecieron una y otra vez, habilidades que el usuario intentó desarrollar y obsesiones que marcaron distintas etapas del año.
Entre las consultas más frecuentes surgieron preguntas como “¿en qué cambié este año?”, “¿qué temas me interesaron más?”, “¿qué aprendiste de mí en 2025?” y una que sumó humor y autocrítica: “¿qué fue lo más ridículo o absurdo que te pregunté este año?”. Esa última funcionó como un cierre lúdico dentro del balance personal.
ChatGPT organizó esas respuestas en relatos breves, listas o análisis narrativos que actuaron como un espejo digital del recorrido del usuario. No se limitó a enumerar preguntas, sino que conectó intereses, detectó repeticiones y mostró evoluciones a lo largo del calendario.
Durante 2025, la inteligencia artificial identificó rutinas claras. Muchos usuarios arrancaron el año con metas ambiciosas, otros buscaron apoyo académico, consejos para entrenar o mejorar su escritura, y varios regresaron de forma insistente a las mismas dudas personales. Este registro permitió construir una especie de biografía conversacional.
El “ChatGPT Wrapped” no quedó solo en la curiosidad tecnológica. Para varios usuarios, el resumen funcionó como una herramienta de reflexión. Al leer qué dominaron sus preguntas —y hasta cuáles rozaron lo absurdo— algunos tomaron conciencia de sus verdaderas prioridades.
Desde el plano tecnológico, ChatGPT mostró su capacidad para transformar intercambios dispersos en una narrativa coherente. La inteligencia artificial detectó cambios de foco, momentos de insistencia y hasta etapas de exploración caótica, siempre a partir de lo conversado.
La experiencia también abrió un debate sobre la relación entre usuarios e inteligencia artificial. Al pedirle que hable “sobre mí”, la persona dejó de usarla solo como una herramienta funcional y empezó a verla como un archivo vivo de su propio proceso.
Así, 2025 cerró con una nueva costumbre digital: preguntarle a una inteligencia artificial quiénes fuimos durante el año. Un resumen sin canciones ni rankings, pero con búsquedas, dudas, preguntas absurdas y aprendizajes que definieron el camino personal de cada usuario.
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