El Honor Robot Phone mantiene la forma clásica de un móvil, pero cuando se abre el cristal que protege sus cámaras, emerge un brazo mecánico con una lente en el extremo. Según el video presentado por la compañía, este brazo puede seguir movimientos, estabilizar grabaciones y hasta asistir al usuario en actividades cotidianas: desde ayudar a elegir ropa hasta calmar a un bebé. La sensación es la de un dispositivo que no solo responde, sino que también observa y aprende.
Mientras otros intentos, como el AI Pin de Humane o el proyecto secreto de OpenAI con Jony Ive, han tenido dificultades, Honor apuesta por evolucionar el móvil sin reemplazarlo. La pantalla y los botones permanecen, pero la inteligencia artificial ahora tiene la capacidad de interactuar físicamente con el mundo.
El brazo robótico no es solo un elemento estético: funciona como estabilizador y asistente de grabación, similar a un gimbal integrado, que permite capturas más naturales y controladas. Aunque el dispositivo aún no existe físicamente (el video es generado por IA), forma parte del Honor Alpha Plan, una inversión de US$ 10.000 millones en inteligencia artificial aplicada al móvil.
Según la compañía, un prototipo funcional podría presentarse en el Mobile World Congress de 2026. De confirmarse, marcaría el inicio de una nueva generación de dispositivos híbridos, entre teléfono, robot y asistente personal.
Más allá de la tecnología, el Honor Robot Phone busca replantear la relación entre el móvil y el usuario. La inteligencia artificial deja de ser solo un software dentro del teléfono y se convierte en una presencia física que observa, aprende y reacciona. En un mercado saturado de diseños repetitivos, Honor logra algo difícil: despertar nuevamente la ilusión por el futuro del smartphone.
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