Instagram ha tomado la decisión de manera inesperada, justo antes de impulsar su todavía tímida herramienta publicitaria. La intención es evitar que suceda como con Twitter, que tras nueve años online intentó hacer algo parecido y fue interpretado como una pérdida de identidad. Entonces optó por dejarlo de manera opcional, mostrando solo los mensajes relevantes para cada perfil con lo que sucedió en su ausencia.
Instagram no ha hecho ningún cambio en este aspecto desde su nacimiento en 2010. Entre las últimas mejoras se encuentra la posibilidad de cambiar de cuenta en un mismo móvil de manera sencilla. También han mostrado una fórmula distinta para medir el éxito de sus vídeos, de hasta 15 segundos. En lugar de mostrar la cantidad de “me gusta”, dan prioridad a la cantidad de visionados que ha tenido. Solo si se da sobre la publicación se despliegan los votos positivos.
Instagram pasó a manos de Facebook por 1.000 millones de dólares en 2012. Desde entonces, aunque los trabajadores están en la misma sede, ha mantenido una gestión diferenciada con su creador como líder, aunque muy cercanos a la matriz. Esta decisión hace que se parezca mucho más a Facebook, ordenando a partir de un algoritmo que analice los patrones de comportamiento de los usuarios. Menos democrático si se quiere, pero mucho más adaptado a los modos de consumo más modernos.
El anuncio se ha realizado a través del blog de la empresa con una analogía: “Si tu músico preferido comparte una pieza del último concierto, estará ahí, esperando a que te levantes, no importa en que zona vivas o cuántas cuentas sigas. Y si tu mejor amigo sube una foto con su cachorro, tampoco de los perderás”.
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