En ese contexto, desde InfoNegocios nos comunicamos con el Dr. Víctor Ojeda, neurólogo del Área de Enfermedades Neuromusculares del Instituto de Previsión Social (IPS), para entender por qué esta enfermedad —aunque todavía no tiene casos diagnosticados en Paraguay— requiere mayor conciencia y preparación por parte del sistema de salud y de la población en general.
“La amiloidosis es una enfermedad genética y progresiva. Muchas personas son portadoras sin saberlo, y cuando aparecen los primeros síntomas, el daño en órganos clave ya puede ser importante”, explicó Ojeda. Al no ser una patología frecuente, muchas veces pasa desapercibida incluso para los propios profesionales de la salud, lo que retrasa el inicio del tratamiento.
Los síntomas dependen del órgano afectado, pero entre los más comunes están: insensibilidad y hormigueo en los pies, cambios intestinales, insuficiencia cardíaca o renal, debilidad muscular en las piernas y dificultad para respirar. “Son señales poco específicas que suelen confundirse con otras patologías. Justamente por eso es clave mantener un alto nivel de sospecha clínica”, subrayó el especialista.
Una de las variantes más comunes es la amiloidosis hereditaria asociada a transtiretina (hATTR), que suele manifestarse entre los 30 y 60 años. Aunque no tiene cura, los tratamientos actuales permiten frenar el avance de la enfermedad y mejorar significativamente la calidad de vida si se detecta a tiempo.
Hoy, el IPS cuenta con la única unidad especializada en el país para abordar casos sospechosos de esta patología. Se trata del Área de Enfermedades Neuromusculares, donde un equipo multidisciplinario está capacitado para diagnosticar y tratar enfermedades del sistema nervioso periférico, incluida la amiloidosis.
Sin embargo, Ojeda —junto a sus colegas, la Dra. Tania Caballero y el Dr. Martín Domínguez, ambos de la Sociedad Paraguaya de Neurología— advirtieron que es necesario fortalecer el primer nivel de atención. “Necesitamos médicos que puedan detectar los signos iniciales y derivar correctamente a los pacientes, además de contar con acceso a tratamientos de última generación, como ya ocurre en países vecinos”, remarcaron.
Aunque en nuestro país aún no se confirmaron casos, los expertos creen que podrían estar siendo subdiagnosticados. La experiencia regional demuestra que la enfermedad existe, pero su falta de visibilidad hace que pase inadvertida.
La prevención en este caso comienza por el conocimiento: tanto los médicos como los pacientes deben saber que esta enfermedad existe y que puede tratarse si se actúa a tiempo. Consultar ante síntomas persistentes, incluso si parecen menores o poco específicos, puede ser el primer paso para salvar órganos... y tiempo.
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