En entrevista exclusiva, Benítez habló con profundidad y pasión sobre el proyecto. Más que un museo, ve en el Pompidou Paraná una herramienta política y educativa. "Cuando uno tiene un compromiso político con el futuro, lo que se encarga es de que la educación llegue de la manera más eficiente y profunda a la sociedad", afirmó Benítez.
Con un discurso que entrelaza la arquitectura, la educación, el arte y el compromiso social, Benítez sostuvo que tanto las bibliotecas como los museos son “lugares donde uno puede volver a aprender infinitas veces, sin que nadie te juzgue ni te apure. Los procesos de instrucción son difíciles hoy, pero si queremos educar, tenemos que promover el aprendizaje, y eso necesita infraestructura cultural”, agregó.
En ese contexto, la nueva sede del Pompidou, cuya inauguración está prevista para 2027, se construirá muy cerca de las cataratas del Iguazú, en la zona de la Triple Frontera, lo que cobra una dimensión simbólica. “Este no es un lugar donde acaba Brasil, es un lugar donde se une Brasil con Argentina y Paraguay. Una región con múltiples nacionalidades, culturas, raíces y pueblos originarios. Un punto de integración viva y activa”, explicó.
El museo tendrá exposiciones, residencias de artistas, ciclos de cine, festivales, espectáculos y espacios de formación. Será un polo cultural vivo, con vocación internacional, pero con una base profundamente local. “No se trata de copiar un modelo europeo y pegarlo en Sudamérica. Lo que haremos es reinterpretar, transformar y dialogar. Lo que se va a construir es una antena, no una filial. Una sede capaz de resonar globalmente con lo que se produzca aquí y, a la vez, traer lo mejor del mundo al corazón de nuestra región”, añadió.
El edificio, que tendrá 10.000 m2 de superficie cubierta, estará "tejido" con ladrillos, un material arraigado en la tradición constructiva paraguaya y regional. "Todas las ideas tienen que estar ahí: en la forma, en la altura, en la manera de instalarse en el lugar. La arquitectura debe estar a la altura de la promesa educativa que se plantea", afirmó.
Para Benítez, la arquitectura es una forma de arte magna. “Si uno va al diccionario, el arte es un hacer extraordinario, y la arquitectura debe ser eso, una capacidad de superar nuestros propios límites, nuestras capacidades industriales y artesanales, para alcanzar estándares internacionales y, al mismo tiempo, ser profundamente nuestra”.
Esa combinación de ambición global y raíz territorial será la marca del Pompidou Paraná y también un desafío que va más allá de lo estético o funcional. "No se trata solo de construir un museo para atraer turismo, aunque sin duda tendrá un impacto enorme, sino de ofrecer una plataforma para que nuevas generaciones puedan cuestionar, modificar y transformar su mundo, que tengan voz y protagonismo”, destacó.
Según Benítez, Foz de Iguazú es hoy la segunda ciudad más turística de Brasil, pero la mayoría de los visitantes solo se queda unas horas. “Si logramos que se queden un día más, eso ya es una revolución económica local”. Sin embargo, insistió en que el objetivo es la transformación profunda de una sociedad a través del arte, la cultura y la educación.
“Necesitamos transformarnos ya. No podemos permitir que nuevas generaciones crezcan sin herramientas para pensar, para imaginar, para construir un mundo mejor”, concluyó el arquitecto.
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