El impacto del aguinaldo ya se hace sentir con fuerza desde inicios de diciembre, tanto en el sector público como en el privado. Ese efecto se traduce en un aumento generalizado del consumo, que no se limita a grandes comercios o shoppings. “La gente sale a comprar más productos en el supermercado, pero también se activan los pequeños negocios, las despensas y los almacenes del barrio”, consideró la economista Marta Coronel. El resultado es un efecto multiplicador que se extiende a lo largo de toda la cadena comercial.
Consumo primero, ahorro después
Si bien el consumo domina el destino del aguinaldo, también aparece otro uso relevante: el pago de deudas. De acuerdo con Coronel, una parte de la población aprovecha este ingreso extra para cancelar compromisos financieros, especialmente tarjetas de crédito o préstamos. “Hay una mayor conciencia de que no se puede seguir acumulando deuda indefinidamente. Eso es una mejora respecto a años anteriores”, sostuvo.
No obstante, el margen para el ahorro sigue siendo muy limitado. Paraguay continúa siendo un país de ingresos bajos, donde una gran parte de la población ocupada percibe salarios cercanos al mínimo. “La base de la pirámide vive el día a día. Para ese segmento, ahorrar sigue siendo muy difícil, y eso se refleja en los índices de confianza del consumidor, donde menos del 20% dice tener capacidad de ahorro”, explicó la economista.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el mercado laboral asalariado en Paraguay está compuesto por cerca de 1,7 millones de personas. De ese total, 269.000 trabajadores, equivalentes al 15,9%, perciben un salario mínimo, mientras que alrededor de 701.000 personas —el 41,4%— reciben ingresos por debajo del mínimo legal. En contraste, unos 724.000 asalariados, que representan aproximadamente el 42,3%, registran ingresos superiores al salario mínimo.
En esa misma línea, la economista Gloria Ayala Person coincidió en que el aguinaldo se destina mayoritariamente al consumo inmediato. “En especial para cubrir gastos de fin de año, como regalos, cenas, celebraciones y compras impulsivas. También es común que una parte se utilice para ponerse al día con deudas acumuladas”, afirmó.
El ahorro y la inversión, en cambio, siguen siendo usos poco frecuentes del aguinaldo, a pesar de su potencial estratégico. “Idealmente, el aguinaldo podría ser un recurso estratégico para crear o fortalecer un fondo de emergencias, iniciar un plan de inversiones o incluso cubrir gastos anuales previsibles, como impuestos o matrículas escolares”, explicó Ayala.
Cambios graduales en el comportamiento financiero
Ayala consideró que, si bien el consumo sigue predominando, se observa una evolución lenta pero positiva en el comportamiento financiero de los paraguayos. “Hay más conciencia sobre la importancia de ahorrar y reducir el endeudamiento, impulsada por un mayor acceso a educación financiera a través de redes sociales, medios de comunicación y espacios educativos”, señaló.
Sin embargo, esa conciencia aún no se traduce plenamente en planificación. Es decir, muchas decisiones se siguen tomando por urgencia y no por planificación. “Cuando llega el aguinaldo, el destino más común sigue siendo pagar deudas o gastar, antes que invertir o proyectar estratégicamente el futuro financiero. Aun así, cada vez más personas están tomando decisiones informadas y conscientes sobre su dinero”, añadió. Esta dinámica hace que el ingreso extraordinario se diluya rápidamente y que enero —y los meses siguientes— resulten financieramente más difíciles para muchos hogares.
Para revertir esa situación, Ayala propone una fórmula simple: dividir el aguinaldo en partes con propósito. “Por ejemplo, 25% para disfrutar, 25% para mantenimiento y previsión, 25% para obligaciones anuales y 25% para ahorro e inversión. No se trata de dejar de disfrutar, sino de usar mejor el dinero”, señaló.
Los rubros que más se mueven
En cuanto a los sectores que más se benefician con el aguinaldo, el comercio minorista encabeza la lista. Supermercados, despensas y pequeños comercios muestran un fuerte aumento en la demanda, especialmente en alimentos, bebidas y productos vinculados a las celebraciones de fin de año. A esto se suman restaurantes, bares y opciones de entretenimiento, impulsados por reuniones laborales y encuentros sociales.
Más adelante, ya entrado el verano, el impacto se traslada al turismo y a las vacaciones, pero diciembre sigue siendo el mes del consumo inmediato.
Una oportunidad que aún cuesta aprovechar
El aguinaldo sigue cumpliendo su rol como dinamizador de la economía, pero también deja en evidencia las tensiones entre consumo, deuda y ahorro. Para una gran parte de la población, representa un alivio temporal más que una herramienta de planificación financiera.
“El aguinaldo no es solo un premio, es una oportunidad”, resumió Ayala. “Puede ser el primer paso para salir del ciclo de vivir al día y empezar a construir una vida financiera más equilibrada, sin resignar calidad de vida”.
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